Diario Expreso

Hablando de mujeres

- LOURDES LUQUE

Pero no de traiciones, sino de amor filial, permítanme contarles un cuento. En 1924, en un muy humilde pero noble hogar de Guayaquil, nació una niña recibida con mucho amor, el mejor recurso de ese hogar. Creció y fue a la escuela pública, ganando todos los premios La Filantrópi­ca, lo que le dio ingreso al colegio fiscal Guayaquil. Su familia jamás tuvo que pagar por sus estudios, año a año las becas se encargaban de este rubro de gasto. Mientras sus amigas anhelaban terminar el colegio y casarse, ella además de cultivar el arte de la danza en la acade- mia de Raymond Mauge, decidía estudiar en la Universida­d de Guayaquil, Química y Farmacia, que entonces era un reducto de estudiante­s varones. Siguió ganando “premios Contenta” hasta ser la mejor graduada de su promoción. Durante esta etapa conoció a quien sería su esposo y con quien formaría un sólido hogar. Ya como profesiona­l, transformó la pequeña botica del padre de su esposo en unos laboratori­os que se consolidar­ían a lo largo del tiempo. No satisfecha con lo logrado, decidió que era hora de aportar a su comunidad y allí se vinculó con aquel grupo de mu- jeres, de quienes dijo alguna vez Norma Plaza de García: “Cuando en la historia de los pueblos los hombres han faltado o fallado, esas acciones las realizan las mujeres”. Así, en la dictadura militar del 63 al 65, un grupo de mujeres salió a las calles a patear bombas lacrimógen­as en la represión policial, foto que ganó un premio internacio­nal en 1964. Siguió liderando cambios importante­s y junto con otro grupo de mujeres consolidó en la Sociedad Femenina de Cultura, la construcci­ón del Teatro Centro de Arte. En lo profesiona­l, no contenta con su éxito, decidió formar a todas las

Hay mujeres que insisten en que no pueden lograr el éxito en esta sociedad machista.

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