Tráfico de semen en las cárceles israelíes
Inseminan a esposas de presos palestinos con largas condenas
Samira Hamarsha acaba de dar a luz a su segundo hijo en circunstancias peculiares: su marido cumple 24 años de condena, sin posibilidad de vis a vis, en una cárcel israelí de la que ella extrajo de formar irregular su esperma para inseminarse. Brigadas de Al Aqsa.
“Al principio, la familia estaba en contra de la fertilización, decían que por qué no esperaba a que saliera mi marido”, cuenta esta mujer de 37 años ante su primogénito, Majd.
Desde 2011 en Cisjordania han nacido 58 niños, y cuatro en Gaza, con la ayuda del Centro Médico Razán para la Infertilidad, que ofrece el tratamiento de manera gratuita “por razones humanitarias” a las mujeres de prisioneros.
En Ramala, el doctor Salem Abu Jaizaran califica estas prácticas como un “derecho humano”, ya que los presos involucrados cumplen largas condenas y el reloj biológico de sus mujeres tiene un plazo de caducidad. Evoca la historia de una mujer que guardó fidelidad durante 20 años a su esposo, quien, cuando fue liberado, se casó con otra para tener descendencia.
Guarda silencio sobre los métodos de contrabando. “No puedo explicar cómo lo hacen, ni queremos involucrarnos”. Aunque agrega que “la gente es muy creativa, lo hemos visto hasta en caperuzones de bolígrafos”.