Pacto nacional
Hay momentos en la historia de los pueblos en los cuales impera la unión, no importando si somos pobres, ricos, medios ricos o medio pobres, indígenas, mestizos, blancos, mulatos, negros; si somos serranos, costeños, insulares, amazónicos, liguistas, emelecistas, barcelonistas… ni cientos de aspectos que más bien nos dividen. También hay momentos en la historia de los pueblos en los cuales estando seriamente amenazados sus valores humanos, sus libertades y sus principios, les llega la hora de acuerdos mínimos para preservar estos principios y para construir nuevos escenarios nacionales.
En el hermano país de Chile, la Junta Militar llamó a plebiscito en 1988 para definir la permanencia de Augusto Pinochet en el poder hasta 1997; en febrero de 1988 se fundó la Concertación de Partidos por el No, lo que viabilizó el triunfo de la no permanencia. Entonces la Concertación de Partidos por el No pasó a llamarse Concertación de Partidos por la Democracia, compuesta por el Partido Demócrata Cristiano (DC), el Partido Socialista, el Partido por la Democracia (PPD) y el Partido Radical So- cial Demócrata. Chile sentó las bases de su estabilidad y de su alto desarrollo gracias a la sucesión de gobiernos concertados. Un poco más lejos, en la Madre Patria, en 1977, se firmaron los conocidos Pactos de la Moncloa, como acuerdos sobre el programa de saneamiento y reforma de la economía y sobre el programa de actuación jurídica y política, para viabilizar la transición al sistema democrático.
Ambos países estuvieron entonces en un riesgo de estabilidad, similar a lo que hoy enfrentamos los ecuatorianos, quienes vemos con ilusión que movimientos sociales,
Hay momentos en la historia de los pueblos en los cuales estando seriamente amenazados sus valores humanos, libertades y principios, les llega la hora de acuerdos para preservarlos’.