¿Involución monetaria?
EDITORIAL
La alarmante falta de liquidez del Gobierno fue el preludio para que el régimen de convertibilidad colapsara en Argentina. Luego vendría el “corralito”, que conllevó la pérdida masiva de valor de los depósitos que, de la noche a la mañana, pasaron a valer una cuarta parte de su valor.
Es así como ocurre el colapso de una moneda.
Los ecuatorianos también lo experimentamos cuando, en el curso de un año, el tipo de cambio del sucre respecto del dólar pasó de alrededor de s/10.000 a s/25.000 y provocó la mayor tragedia económica nacional. Las condiciones que precedieron el colapso l ucen familiares en la circunstancia presente: la caída del precio del petróleo, el déficit fiscal insos- tenible, la deuda impagable, el clima inclemente y destructor con la presencia de El Niño, las tasas de interés de agiotismo, y un gobierno que había perdido el rumbo.
Frente al enorme costo social del descalabro y la expulsión de millares de ecuatorianos que fueron a hallar su supervivencia en otros lares, el gobierno de aquel entonces optó por la dolarización.
Esta le ha servido muy bien al país, reivindicando una vez más el argumento de que el mejor modelo monetario es aquel al cual el Banco Central, instigado por el Gobierno de turno, no le puede meter mano.
Los ecuatorianos nos hemos acostumbrado al uso de la moneda americana como medio de pago, y los efectos redistributivos del ingreso a través de la dolarización son palpables.
Hoy se siembran los rumores de que el Gobierno saliente estaría proponiendo, por la vía de la coerción legal, el uso del dinero electrónico. Es una pésima idea, y muestra de cuerpo entero la disociación existente entre las autoridades económicas y el sentimiento de la población.
El único responsable de la falta de liquidez es el Gobierno, y pretender embutir el uso de un medio de pago que carece de cualquier respaldo creíble, sería un acto de involución monetaria, que negaría todo el esfuerzo y sacrificios que los ecuatorianos debieron sobrellevar para instaurar un régimen monetario eficaz.
No se les ocurra pues arruinar lo que funciona para volver al pasado, hoy superado. La Patria lo demandará.
El mejor modelo monetario es aquel al cual el Banco Central, instigado por el gobierno de turno, no le puede meter mano’.