Tricolor
Qué tarde amarga. Había mucho optimismo, todos tenían su bandera en el brazo, su cábala, su camiseta. Pero el juego de la selección no los acompañó. Colombia se aprovechó de los errores de Ecuador y mandó al suelo la esperanza de los 15 millones de ecuatorianos que querían ver a sus guerreros en la cita mundialista en Rusia 2018. Hoy, es casi imposible.
Era una fiesta tricolor. Las puertas de ingreso al estadio Olímpico Atahualpa para el juego entre Ecuador y Colombia se iban a abrir a las 12:00, pero tres horas antes ya los aficionados comenzaron a llegar. Pronto el norte de Quito se tiñó de amarillo, azul y rojo.
Todo esfuerzo era justificado con la finalidad de apoyar a su selección. El quiteño Patricio Muñoz vino desde Miami, exclusivamente para alentar a la Tri. Él vive en Estados Unidos, desde hace cuatro años.
Muñoz portaba orgulloso la bandera tricolor y una réplica del trofeo de la Copa del Mundo. “Llegué hace pocas horas. Solo pasé por la casa de mi hermano
DE LOS HINCHAS Lo que arrancó como un festejo en la previa, se cerró con una gran decepción. Guayaquil y Quito aún lamentan la amarga derrota
dejando la maleta y aquí estoy viviendo esta hermosa fiesta de hermandad entre ecuatorianos y colombianos”, dijo emocionado a EXPRESO.
Él aseguró que vino por el partido y que hoy, a primera hora, retornará a Estados Unidos. “No puedo quedarme porque no me dieron más días de permiso en mi trabajo. Espero regresar con el triunfo”, acotó.
La colombiana Johanna Martínez, en cambio, se esmeraba, pese al cansancio del viaje desde Putumayo, en escribir las pancartas de aliento para el combinado cafetero.
“Por mi selección hasta doy la vida. Le he seguido por toda Sudamérica y hoy no podía ser la excepción”, contó. Así como ella, todos los cafeteros celebraron los dos golpes que recibió la Tri en el primer tiempo. Eran dos vidas diferentes: mientras unos saltaban de algarabía, los otros tricolores, decepcionados, empezaban a buscar culpables.
El complemento no entregó emociones y Ecuador sucumbió en el letargo. Lo que se veía en la cancha se trasladó a las calles, desazón, inconformidad, las distintas frases de culpabilidad. “Así no se puede, este equipo jugó sin alma. Nunca se recuperó. Todos son culpables, no solo el técnico”, dijo Luis Reyes, en el Diblú Fan Fest.
A cuatro fechas para cerrar el camino a Rusia, la esperanza es algo que se esfuma. La clasificación pasó a ser una gesta y Rusia, más lejos que nunca.