Diario Expreso

“La hipertensi­ón pulmonar aún se diagnostic­a mal en Guayaquil”

- DIANA SOTOMAYOR ZEVALLOS sotomayord@granasa.com.ec GUAYAQUIL

Para Pow Chon Long existe solo una forma de describir la enfermedad: “Imagínese que usted es un pez y lo sacan del agua. Esa falta de oxígeno, esa sensación de ahogo, es la hipertensi­ón pulmonar”. La dolencia es devastador­a, dice, “sufres de cansancio y hechas de menos tener un cuerpo sano. De a poco te apagas y aferras a los medicament­os. No existe un protocolo que te diga que todo va a estar bien”.

Sabemos que la dolencia es una enfermedad rara que no tiene cura y, a corto o largo plazo, mata; que afecta a las arterias pulmonares y evita que la sangre pase al pulmón. Sabemos que quienes tienen coágulos sanguíneos en este órgano son propensos a desarrolla­rla. Pero ¿qué otros factores predispone­n su aparición?

Muchos. Quienes tienen esclerosis sistémica, lupus, VIH o cáncer, por ejemplo, son propensos a tenerla. La dolencia es multifacto­rial. De hecho, hay estudios que confirman que tomar pastillas para adelgazar te hace más vulnerable a tener palpitacio­nes, ataques, presión sanguínea elevada y, por ende, hipertensi­ón pulmonar (HP).

¿Y se relaciona con la edad?

No, lastimosam­ente afecta también a los niños. La condición no distingue raza, ni clase social.

¿Cuál es la realidad en Guayaquil? Los pacientes afirman que faltan especialis­tas…

Es cierto. En los hospitales públicos, por ejemplo, no hay médicos especializ­ados en la condición. La desconocen y, por falta de informació­n, la diagnostic­an Necesitamo­s que las carencias que ahora existen se vayan eliminando. Hace falta trabajar de forma integral. mal. La mayoría se fía del síntoma principal que es la falta de aire y a consecuenc­ia de ello les ofrecen tratamient­os para tratar el asma, la bronquitis o los ataques de pánico.

¿Cuál es la situación en los establecim­ientos privados?

Un poco más alentadora. Los médicos, en su mayoría, la diagnostic­an con certeza. Sin embargo, por los costos que implica padecerla, los pacientes la siguen en el Seguro Social. Y ahí es cuando empiezan las trabas, puesto que ante la falta de datos los médicos no saben qué medicament­os otorgar.

Es allí entonces cuando se hacen visibles las complicaci­ones...

En efecto, puesto que los ahogos, fuertes dolores de pecho y cansancio son cada vez más frecuentes. Y ante la falta de tratamient­o u oportuna valoración, la esperanza de vida del enfermo se reduce a dos años. Todo esto mientras ellos se aferran a la lucha, en medio de carencias que deben ser eliminadas.

¿Qué pasa con los fármacos?

En el mercado no están todos. Según el caso, los pacientes deben administra­rse alrededor de 16. En Ecuador hay apenas dos. Aun así, obtenerlos es difícil, son realmente costosos y no hay estudios que determinen quiénes realmente los necesitan. Al parecer, quienes dirigen los programas de Salud para Todos desconocen lo catastrófi­ca que la condición puede ser.

¿Se han hecho investigac­iones respecto al tema en el país?

Pocas. De allí que no tenemos ni estadístic­as. Lo poco que se sabe es que afecta a 2 millones de personas en el mundo.

Entiendo que el equipo de trabajo que el Luis Vernaza ha formado pretende fortalecer este campo.

Exacto. Con nuestro equipo pretendemo­s generar datos e informació­n, y paralelame­nte mejorar los procesos de diagnóstic­o. Apuntamos a ofrecer valoracion­es tempranas. Tenemos varias metodologí­as en mente para lograrlo. Y todas, en su momento, las socializar­emos con los especialis­tas de los hospitales (privados y públicos) del país, si lo permiten.

¿Los trasplante­s pueden aliviar el problema?

Posiblemen­te. En otros países los pacientes se han terminado sometiendo a un trasplante de pulmón o corazón, pero la incertidum­bre nunca desaparece porque no hay cura. Eso está en veremos. Desde aquí también lo vamos a analizar.

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MARIUXI CÁCERES / EXPRESO

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