Derechos humanos en el Ecuador
EDITORIAL
Asumir, reconociéndola, la falibilidad de la condición humana y sus imperfecciones no siempre es posible. Menos todavía cuando en razón de un nombramiento, de elección popular o no, se siente que el saber de toda la ciencia conocida ha sido adquirido como beneficio colateral de la designación.
Así, no se admite la posibilidad del error. Equivocarse es una posibilidad que no incluye a los seres superiores y tales son los que así se consideran, estimulados por una vanidad que los ciega.
Si a lo señalado se agrega una visión del quehacer político que ha hecho del no reconocimiento de las observaciones negativas que puedan darse, una cuestión fundamental para el fomento de la imagen de poseer una condi- ción superior que impide equivocarse, ya se puede entender el porqué se ha decidido con tanta firmeza no aceptar las 19 observaciones de la ONU, contenidas en el reporte del Grupo de Trabajo para el Examen Periódico Universal de Derechos Humanos (EPU), señalando, con arrogancia digna de mejor causa, que corresponden a la visión de otro país, dado que en el Ecuador se vive un régimen que los respeta.
Sin embargo, haciendo énfasis en dos de dichas observaciones, bastaría para tomar conciencia de la magnitud del irrespeto a los derechos humanos que se ha venido sucediendo.
Así, la recomendación de reformar las leyes y prácticas para fortalecer la independencia judicial y de la administración de justicia, y de aclarar la figura del error inexcusable contra los jueces, revela cómo en ámbito internacional se conoce la real situación del Ecuador en cuanto a la división de funciones y se sabe la decisiva influencia que desde el Ejecutivo se ejerce en las decisiones judiciales.
De igual manera, en lo relacionado con libertad de expresión, de opinión y de prensa, es absurdo que a nivel oficial se responda que existen las suficientes normas locales y leyes para garantizarlas y que por tanto no es necesario reformar o eliminar leyes y políticas públicas, tal cual fue la recomendación del reporte.
En todo caso, es grato conocer que en ámbito universal se ha logrado difundir por parte de múltiples organizaciones de la sociedad civil, cuál es la real situación de la vigencia de los derechos humanos en el Ecuador y que, sin duda, se esté constituyendo una conciencia universal al respecto.
El encuentro en Ginebra, destinado a examinar el estado de los derechos humanos, deja conocer la robustez de las organizaciones civiles que los protegen’.