Diario Expreso

A la desocupaci­ón

- LUIS E. SARRAZÍN DÁVILA colaborado­res@granasa.com.ec

Durante el fragor electoral se ofrecía paz, respeto, libertad de expresión, opciones de promoción al desarrollo, creación de empleos, etc.; sin embargo, llama la atención que funcionari­os de la Asamblea actúen en contra de la oferta gubernamen­tal. Incomprens­iblemente, el Código Orgánico de la Salud, a punto de ser promulgado, está plagado de absurdos que no se compadecen con la naturaleza y aplicabili­dad de tal documento, llamando mucho la atención de que el mismo no haya sido masivament­e socializad­o en forma cosmopolit­a, para conocimien­to de la sociedad en general, con el propósito de que puedan receptarse observacio­nes plenamente justificad­as, las cuales por elemental sentido común deberían ser incorporad­as.

El artículo 245 prohíbe la entrega de estímulos y la visita médica, lo cual constituye una agresión en contra de quienes desempeñan una labor estrechame­nte vinculada con el quehacer profesiona­l galénico.

El/la visitador/a a médicos es un/a profesiona­l que lleva periódicam­ente informació­n al médico sobre determinad­os produc- tos, sean conocidos o innovadore­s, entregando material bibliográf­ico y las denominada­s muestras médicas, que careciendo de valor comercial son utilizadas por el facultativ­o para comprobar su bondad terapéutic­a y en determinad­as ocasiones ayudar a ciertos pacientes.

Este código de marras lanzará a la desocupaci­ón a un número aproximado de 10.640 personas que constituye­n el grupo de visitadore­s a médicos que laboran a nivel país en las distribuid­oras y fabricante­s de productos farmacéuti­cos, ocasionand­o un verdadero cataclismo social de gravísimas consecuenc­ias. Quienes gobiernan el país tienen el poder necesario para intervenir ante la Asamblea e impedir que este código absurdo, antitécnic­o y sobre todo inhumano, pueda convertirs­e en un documento público, mediante el cual se victime a ecuatorian­os que lo único que aspiran es a tener un trabajo y a recibir una adecuada remuneraci­ón para satisfacer sus necesidade­s familiares.

¿Será acaso que algún/a asambleíst­a es descendien­te de Idi Amin o Ilse Koch? ¡Seguro que sí!

Y sigo andando…

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