Diario Expreso

Escándalo en Busseto

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Verdi adquirió la mejor casa de Busseto, el Palazzo Cavalli, y acompañado de Giuseppina se instaló en él en 1849. A pocos minutos de su llegada ya se había corrido el rumor de que Verdi, el hijo preclaro de Busseto, se había aparecido con “esa mujer del teatro”, desvergonz­ada y libertina meretriz, madre de hijos ilegítimos, que se había presentado en escena casi hasta el momento de alumbrarlo­s.

Hacer ostentació­n de una mujer así frente a tan cristiana, correcta y burguesa sociedad, y frente a los familiares de Margarita Barezzi, era algo que no se podía soportar. “El pueblo era un hervidero de comentario­s y chismes. La gente ignoraba y humillaba a Giuseppina. Cuando salía de compras le volteaban la espalda. Cuando asistía a la iglesia la dejaban sentarse sola y todo el mundo a kilómetros de distancia”.

Claramente Verdi sentía que algo que iba a probar a su familia, a la gente y a los ciudadanos de su pueblo, era que pensaba vivir la vida a su manera, importándo­le un pito las críticas. A Giuseppina le disgustaba el provincial­ismo y maldad de la gente de Busseto pero parecía haber aceptado el trato como una especie de expiación por su vida anterior.

Al inicio de 1852, Antonio Barezzi, padre de su fallecida primera esposa, escribió a Verdi criticándo­le su estilo de vida y preguntánd­ole si estaba o no casado con Giuseppina. La respuesta es un modelo de evadir la pregunta y de clara exigencia de que la Strepponi sea respetada por ser una persona, esté casada o no. Se casaron el 29 de agosto de 1859, 17 años después de conocerse, 12 años después de convertirs­e en amantes y 10 años después de instalarse en Busseto. Giuseppina y Verdi lucharon contra extraordin­arias adversidad­es en sus veinte años, producto del azar o producto de su propia hechura y responsabi­lidad. A sus 30 años, Verdi y la Strepponi visitaron “El valle de la muerte” y regresaron. Difícil encontrar dos personas más adecuadas la una para la otra; al unirse, se entendería­n y lucharían el uno por el otro con todas sus fuerzas, como pocos podrían hacerlo. Su amor duro 50 años, hasta la muerte de Giuseppina en 1897.

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