Madres y “política”
Hoy, Día de la Madre, hablaré de mi madre montuvia, que no era política ni hubiera permitido que mis maestros lo sean. Pedía buena educación para la vida. Rechazaría a “líderes” (¿?) que piden politizar la enseñanza-aprendizaje. También a los déspotas, intolerantes, autoritarios y mal vivientes.
La mía, como todas las del Ecuador fragmentado de hoy, repudiaría a quien con mentiras y “tecnicismos” ocultan la crisis económica que su política causó y la “política” que deja a centenares de miles de bachilleres fuera de las universidades públicas.
Mi madre con “su civismo no político” (a mil años luz del buen vivir de la corrupción) rechazaría la existencia de la comisaría nazi de la comunicación, que persigue a la prensa libre y no alineada con AP-RC. Le gustaba oír y leer la pluralidad de ideas. Le irritaba el sectarismo y indoctrinamiento de los comunistas que invocaban a los dioses de Moscú, Pekín o Cuba.
“La política” de mi madre, como la de todas las madres, era ir a la escuela municipal y preguntar a mi maestra si aprendía bien Matemáticas, Gramática, Ortografía, Lugar Natal, Historia, Ciencias Naturales, Cívica, Ética. Rechazaría un “profesor político” que politice a la niñez y a la juventud, que necesita aprender ciencias, disciplinas y valores para vivir.
“La política” de mi madre y de mis maestros era enseñarnos (y que aprendiéramos) que hay tiranos, déspotas y gobiernos totalitarios a los cuales hay que oponerse, porque sin libertad de pensar, actuar, escribir, hablar, la vida individual y social, y la democracia no existen.
Los fundamentalistas del pensamiento único de la RC y AP reducen la vida a la política. Los totalitarios se ofenden y resienten socialmente porque existe el amor, el baile, la música, la poesía, los juegos infantiles, la ética, la reunión de amigos y el afecto de los padres, que no son políticos.
Gracias madre porque con inteligencia me pusiste en escuelas con maestros que no fueron políticos, sino que me enseñaron que la vida y la sociedad no nacen ni se agotan en la política. Gracias mamá porque “tu civismo” me enseñó a no temer a los tiranos, dictadores e intolerantes batracios.