Francia vuelve a Europa
Llevará algún tiempo entender las implicancias del resultado de la elección presidencial francesa. La victoria de Emmanuel Macron es simbólicamente importante para Francia y para Europa en general. Corta la oleada populista que venía barriendo Europa, y si bien esta victoria no implica la eliminación de esa amenaza, sí demuestra que es posible contener las fuerzas populistas. Que haya sucedido en Francia es buen augurio para otros países europeos. La elección de Macron también importa porque es probable que cambie la imagen actual de Francia en el mundo. Con su antecesor, François Hollande, Francia siguió una política de activismo diplomático con aportes sustanciales a la lucha contra el expansionismo islamista en África (en Mali) y contra Estado Islámico. Pero a Hollande le faltó carisma, y su activa política exterior llamó la atención sobre el mal estado de la economía francesa, lo que debilitó la posición del país en la escena internacional. El creciente desequilibrio entre Francia y Alemania impidió a la primera contrarrestar las políticas de austeridad de la segunda. Una de las ventajas de Macron es que comprende un punto crucial: cualquier reorientación de la política francesa en relación con Europa demanda fortalecer la economía de Francia. A diferencia de muchos líderes de izquierda que prefieren atacar a Europa y culpar a la UE por todos los males internos, Macron cree que lo que debilitó a Francia fue su propia incapacidad de implementar reformas estructurales. Pero no hay que pensar que la elección de Macron es una panacea que resolverá mágicamente todos los desacuerdos entre Francia y Alemania. Las ideas de ambos países en relación con el futuro de la gobernanza económica de la eurozona difieren ampliamente. Francia pidió la creación de un auténtico presupuesto de la eurozona, mientras que Alemania sigue prefiriendo un simple fondo monetario europeo reservado para casos de emergencia. Los alemanes no quieren comprometerse con un presupuesto europeo porque en realidad no quieren una mayor integración económica con Eu- ropa. Macron, en cambio, apoya una integración europea más profunda, porque sabe que es el único modo de aflojar el asfixiante control alemán sobre la política de la UE. Quiere una igualdad auténtica, porque la considera necesaria para fortalecer el poder económico de Francia. Por eso, no hay que descartar un empeoramiento de las relaciones francoalemanas si Francia se recupera con Macron. En su opinión, Francia debe hacer cambios si quiere que Alemania haga lo mismo. Con la implementación de reformas internas urgentes, el gobierno de Macron podrá insistir en que Alemania se decida a afrontar el malestar económico de la UE. Es probable que Macron proponga una reforma del código laboral francés inmediatamente después de la elección de junio para la nueva Asamblea Nacional. Si se aprueba, mejorará la confianza de los inversores y hará pedazos la imagen de una Francia enferma. Macron, también tendrá que encarar otras cuestiones, como la relación de Francia con Rusia. Es casi seguro que el Kremlin estuvo detrás del ciberataque contra la campaña de Macron en las últimas horas de la elección, y apoyó abiertamente a su adversaria, la líder del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen. Con su visión para Francia y una agenda declaradamente europeísta, Macron puede convertirse en el dirigente que reviva la economía europea y reequilibre la relación francoalemana. Para ello necesitará revitalizar el papel histórico de Francia como líder diplomático y militar en Europa.
...el populismohasido unaamenaza existencial contra la UE. Y si bien la victoria de Macronnoimplica la eliminación deesaamenaza, sídemuestraque es posible contenerla’.