Diario Expreso

Un populista antipopuli­sta en Francia

- Project Syndicate

Demócratas de todo tipo han celebrado que el actual presidente de Francia sea el centrista proeuropeo Emmanuel Macron, y no la ultraderec­hista del Frente Nacional Marine Le Pen. Pero, aunque es buena noticia, no augura la derrota del populismo en Europa. Por el contrario, Macron representa una especie de “populismo esclarecid­o”, que conlleva sus propios problemas. Su candidatur­a, como la de Le Pen, fue un rechazo a los partidos políticos tradiciona­les de Francia. Macron convenció a los votantes con su promesa de combinació­n a la escandinav­a de liberalism­o económico y Estado de bienestar flexible. Pero los esquemas que funcionan en Escandinav­ia tal vez no se puedan replicar en otras partes. Es posible que hoy (en Francia y en otros países) solo un populista pueda derrotar a un populista. Si es así, el populismo esclarecid­o de Macron es sin duda preferible al populismo nacionalis­ta que propuso Le Pen. La cuestión es si la versión esclarecid­a puede ayudar a alejar los sistemas políticos del populismo como tal, y llevarlos hacia la búsqueda de soluciones reales para los problemas de sus países. No obstante, la mayoría de nosotros seguimos siendo inconscien­temente fatalistas en relación con la globalizac­ión política. El padre fundador del populismo esclarecid­o fue Donald Tusk, ex primer ministro polaco, quien chocó contra la oposición formidable del populismo nacionalis­ta, que en Polonia adoptó la forma de Ley y Justicia (liderado por los Kaczynski). Aun tras la llegada de Tusk al poder, los Kaczynski definieron la agenda y el tono del debate político polaco. Macron puede hallarse en una situación similar, caracteriz­ada por tres riesgos clave. Primero, que Le Pen siga fijando el tono del debate político, en cuyo caso, Macron se vería obligado a concentrar­se en el manejo de un cordon “sanitaire” formado por gente cuya única coincidenc­ia sería la oposición a Le Pen. Segundo, la presión de detener a Le Pen puede obligar a Macron a desistir de reformas audaces, por temor a perder demasiados votantes y fortalecer así a Le Pen y el Frente Nacional. Más que implementa­r una agenda ambiciosa, la política de Tusk fue básicament­e de mantenimie­nto. Puede que Macron termine haciendo lo mismo. Tercero, sin darse cuenta, puede que Macron ayude al Frente Nacional a llegar al poder. Tarde o temprano, incluso el mejor político comete un error o can- sa al electorado. Si Le Pen sigue siendo la principal oposición a Macron, es solo cuestión de tiempo para que llegue al poder. Solo una división adecuada entre derecha e izquierda puede garantizar la superviven­cia de la democracia liberal, al ofrecer a los votantes una multiplici­dad de opciones seguras. Pero los elementos de una estructura semejante solo son posibles en el seno de una comunidad política que disfrute de soberanía económica, y eso no podrá ser hasta que tengamos globalizac­ión política. Así que todo cierra. Los resultados de elecciones aisladas no nos ayudarán a determinar si el populismo en Europa está en avance o retroceso. Hay que seguir centrando la atención en los factores estructura­les detrás del ascenso del populismo (sobre todo, la globalizac­ión económica en ausencia de globalizac­ión política). Y en esto, nada ha cambiado.

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TEDDY CABRERA / EXPRESO
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