I. I. I. I.
De manera inexplicable, dentro del ámbito autoritario imperante en el Ecuador, se aprobó a nivel de la Asamblea la creación del SPP -Servicio de Protección Pública, conformado por civiles organizados bajo un sistema paramilitar jerarquizado y armado, el cual tendría como función defender y brindar protección a diversas autoridades del partido gobernante, con el fin de precautelar la seguridad de sus familias, así como de las diferentes instituciones del Estado, ante amenazas que podrían presentarse en cualquier momento y tener la capacidad operativa para no solo investigar, sino neutralizar posibles riesgos que pudiesen tener implicaciones políticas.
Este servicio, tendría además la facultad de actuar de manera independiente, realizando acciones de inteligencia colectiva y privada, pudiendo convertirse fácilmente por su tipo de quehacer, en un brazo armado que actuaría en calidad de represor en beneficio de los funcionarios o de fuerzas políticas gubernamentales.
Desde niños sabemos y la Constitución de la República así lo establece, que las dos únicas fuerzas facultadas para portar armas, controlar la seguridad ciudadana y defender nuestra integridad territorial son la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, no existiendo posibilidad alguna de creación de un grupo civil paramilitar armado.
Por otra parte, la Policía Nacional ha dado muestras a lo largo de su historia de que es totalmente capaz y extraordinariamente eficiente para brindar protección y seguridad a cualquier funcionario, persona o grupo de ciudadanos que las requieran; de donde, considero personalmente una ofensa a tan importante como respetable grupo armado del Ecuador, el que se pretenda implementar un ente paralelo, cuya génesis carece de justificación.
Desde todo punto de vista, el SPP será una estructura Inconveniente, Inapropiada, Ilegal e Inconstitucional, cuya creación puede generar choques o conflictos de carácter interno nada deseables entre los ecuatorianos, que a lo único que aspiramos es a gozar de una paz y tranquilidad muy merecidas. ¡Que la sensatez prime!
Y sigo andando…