“Pobrecito poeta que era yo”
Roque Dalton es considerado el más importante poeta salvadoreño del siglo XX. “Poeta meritísimo” lo declaró la Asamblea Nacional salvadoreña. Roque, que se burló en vida de los lugares comunes, “la bayuncada” como se dice en salvadoreño, se hubiera reído. Peor que lo declarasen una especie de santo laico, mártir y rebelde para cumplir con las exigencias de los cánones progresistas de las buenas conciencias revolucionarias del siglo XXI.
Dalton fue un poeta. Tuvo que luchar contra el tormento del compromiso, la urgencia de declararse utópico, el destino avieso de la poesía: adorno de adjetivos o panfleto revolucionario. De ahí lo irregular de su obra. Fue la historia de la segunda mitad del siglo XX que desmesuró y agotó a tantos salvadoreños y latinoamericanos. Pudo haber elegido, como su amigo Roberto Armijo, poeta de su generación, irse a vivir a París para escribir. No lo hizo, escogió la política y fue a parar al exilio en La Habana, Praga, para regresar a El Salvador y morir asesinado por sus compañeros dirigentes del Ejército Revolucionario del Pueblo, cuatro días antes de cumplir los cuarenta. Hasta ahora su cadáver no ha sido encontrado aunque se dice que está en “El Playón”, una triste playa donde no hay más que siemprevivas y ecos apagados de las conversaciones de los muertos que fueron ahí enterrados o lanzados al mar.
Desde sus versos de “La ventana en el rostro”, Dalton descubrió el carácter especular, lúdico, fugaz, del yo. “Los hombres en este país son como sus madrugadas/ mueren siempre demasiado jóvenes/ y son propicios para la idolatría”. Salvadoreño templado por la adversidad, pasó sin transición por todos los tonos de la condición humana: desde la piedad hasta la cólera, desde la broma a la melancolía. Con la política jugó a la ruleta rusa, como dice Ángel Huezo Mixco. Pese a todo, quiso ser testigo, comediante, provocador, hasta intérprete y pregonero de las bondades y maldades de sus compatriotas, sus hermanos. Para él, las palabras de Roberto Bolaño: “soñábamos con una utopía y nos despertamos gritando”.
soñábamos con una utopía y nos despertamos gritando’.