Década finalizada
Dejo a partidarios u opositores políticos ponerle la etiqueta de “ganada” o “perdida” a la década que ejerció la Presidencia de la República, el Ec. Rafael Correa, cuyo más visible legado es dejar un país partido en dos, con mutuas y radicalizadas percepciones, desconfianza, reproches, agravios, entre sectores confrontados. Esta realidad coloca al nuevo presidente en una incómoda posición, al no haber alcanzado en su elección una mayoría, según el total de votantes contabilizados por el CNE, y tener que buscar un reencuentro entre ecuatorianos que favorezca la paz social.
Al presidente entrante le urge generar confianza y credibilidad, eso implica coherencia de palabras y acciones, cambiar el modelo de gestión, abandonar actitudes sectarias, atemorizadoras, descalificadoras del adversario, restituir la independencia de la administración de justicia, respetar sin eufemismos los derechos humanos, dar un giro de 180 grados en materia de libertad de expresión y abandonar la persecución sancionadora a los medios de comunicación no dependien- tes del Gobierno. No se pretende que el nuevo mandatario renuncie a sus convicciones políticas, pero debe admitir que las primeras palabras del abecedario democrático son escuchar, dialogar, establecer coincidencias que privilegien intereses nacionales, que han estado subordinados a criterios de la cúpula del partido de gobierno, marginando opiniones divergentes de los demás sectores ciudadanos.
Hay situaciones que deben afrontarse sin dilaciones. El país exige un franco y frontal combate y esclarecimiento de actos de
Al presidente entrante le urge generar confianza y credibilidad, eso implica coherencia de palabras y acciones, cambiar el modelo de gestión, abandonar actitudes sectarias’.