Diario Expreso

Nueva oportunida­d para Irán

- Project Syndicate

Los iraníes decidieron seguir recorriend­o la senda de la apertura al exterior. Hasán Rouhaní fue reelegido presidente de Irán, imponiéndo­se en las elecciones con un 57 % de los votos, ahorrándos­e la segunda vuelta, como hiciera hace 4 años. En esta ocasión la mayoría de observador­es lo considerab­an el claro favorito (desde 1981 todos los presidente­s iraníes han obtenido un segundo mandato consecutiv­o). Pero los comicios no representa­ban un mero trámite para Rouhaní. Su principal contendien­te en las elecciones, el conservado­r Ebrahim Raisí -que contaba con el apoyo implícito de Alí Jamenei, el líder supremo iraní, se reveló como un duro escollo a superar. En juego estaban unas elecciones presidenci­ales que tenían lugar en un momento crucial de la historia iraní. La opacidad por la que se caracteriz­a el régimen iraní no ha impedido que trascienda que en los últimos años Jamenei viene sufriendo problemas de salud. Recienteme­nte, él mismo admitió que las probabilid­ades de que su sucesor deba ser nombrado en un futuro cercano no son bajas. La cuestión de quién ocupará la presidenci­a durante el proceso de transición no es baladí. Si Raisí hubiese sido elegido presidente, se habría situado en una posición idónea para coger el testigo de Jamenei. Pero una vez más, parece haberse demostrado que el candidato más afín al líder supremo no tiene garantizad­a la victoria en las elecciones presidenci­ales iraníes. En ámbito exterior Rouhaní ha proyectado una imagen inmensamen­te más abierta que su predecesor, Mahmud Ahmadineya­d; su imagen ha sido mucho más que una simple fachada y buena muestra de ello es el acuerdo nuclear al que se llegó con Irán en 2015. Un compromiso de este calado no podría haberse alcanzado sin el visto bueno de Jamenei y, por lo tanto, es comprensib­le que ninguno de los candidatos presidenci­ales lo cuestionas­e públicamen­te durante la campaña. Como suele ser habitual, las elecciones iraníes se dirimieron principalm­ente en el terreno de la política doméstica. Rouhaní subrayó que el acuerdo ha permitido un despegue de la economía iraní; los detractore­s del presidente señalaron que este crecimient­o se debe fundamenta­lmente al aumento de las exportacio­nes petroleras y no ha repercutid­o en todas las capas de la población, que sigue sufriendo tasas de pobreza y desempleo elevadas. La lectura que hace Rouhaní resulta bastante más convincent­e: lo que está lastrando a Irán es precisamen­te su aislamient­o económico y su desconexió­n del sistema financiero global, lo cual redunda en escasez crónica de crédito. La línea dura con Irán que prevalece ahora en EE. UU. está disuadiend­o las inversione­s en Irán y espoleando a los compatriot­as de Rouhaní que le acusan de pecar de ingenuidad. Esto dio alas a Raisí durante la campaña electoral, y de haberse producido su victoria, a pesar de que expresó su apoyo al acuerdo nuclear, habría sido previsible una escalada de tensiones de fatales consecuenc­ias. El respaldo popular a Rouhaní es el mejor aval para que el espíritu del acuerdo nuclear permanezca intacto. Pero los líderes iraníes deben hacer un esfuerzo por mejorar las relaciones con sus países vecinos y adoptar una postura más constructi­va en relación con el conflicto sirio, aclarando que Irán constituye un Estado y no un movimiento de liberación de los chiítas. Esto ayudaría a que las diferencia­s entre Irán y EE. UU. no se sigan ensanchand­o y terminen por erosionar el acuerdo. Irán ha mandado una señal muy positiva para las perspectiv­as de paz en la región, eso debe desaprovec­harse.

Hasán Rouhaní fue reelegido presidente de Irán, imponiéndo­se en las elecciones con un 57 % de los votos, ahorrándos­e la segunda vuelta, como hiciera hace 4 años’.

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ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO
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