¿Quo vadis?
El nuevo presidente ha dicho que “rayará una nueva cancha” en materia de gobierno y liderazgo. El ahora “ex”, por su parte, evidenció el enorme esfuerzo emocional y somático que le representa dejar el manejo del poder a quien considera su subalterno, y su obra individual.
Por acaso, no le deja una compota de peritas en dulce.
La deuda con el BCE que, hoy sabemos, sería pagada con daciones en pago, pone en aprietos a dicha institución que requiere liquidez y no debería dedicarse a rematar casas o terrenos para pagar las deudas que, a su vez, mantiene con los depositantes y otras instancias del sector público.
Lo que sucede, y suceda, con el Banco Central es un microcosmo de lo que sucederá con el resto del sistema financiero si subsisten los ataques a la dolarización por la vía de la irresponsabilidad fiscal, o por iniciativas ideológicas como las articuladas por el flamante ministro de finanzas, defensor ardiente de la creación de una moneda paralela.
La economía es una disciplina de acciones y no de palabras amables o gestos reconciliadores.
El cambio de actitud sí es requerido para aliviar la jaqueca colectiva de vivir con la prepotencia, el insulto, y el cinismo.
Aunque no lo sepa, el nuevo presidente tiene la enorme ventaja de no ser economista, pues todo lo que basta para ar- mar el caos es un economista confundido que se cree descubridor, y conocedor absoluto, del agua tibia.
El Sr. Moreno ha expresado su deseo de cohabitar con la empresa privada, y de invitar a la inversión extranjera.
Ahora deberá ver la forma de reparar el daño causado en el último momento por el “ex”, quien al denunciar los tratados bilaterales de protección a las inversiones le ha propinado un golpe en el mentón al nuevo gobierno. Entendamos de una vez que la administración de la justicia
El nuevo presidente tiene la ventaja de no ser economista. Todo lo que basta para armar el caos es tener un economista sabelotodo’.