El triunfo del francés Macron
Los diarios franceses, al comentar el triunfo de Emmanuel Macron, recuerdan las frases de Napoléon Bonaparte: “Solo se puede conducir un pueblo mostrándole un futuro. Un líder es un vendedor de esperanza”.
Se atribuye su triunfo a que fue capaz de captar la energía del país y también a la suerte. Recordemos el resultado de los que eran posibles candidatos: fracaso de Alain Juppé, desistimiento de François Hollande, calificación de Benoît Hamon, escándalos de François Fillon. Parece que sus adversarios se hubieran puesto de acuerdo para dejarle libre el espacio.
Sin pasado político, tuvo olfato. Los partidos tradicionales que gobernaron Francia durante los últimos años estaban desacreditados y los franceses estaban cansados de la división artificial entre el Partido Socialista (PS) y Los Republicanos (LR).
Macron tuvo el coraje de abandonar el ministerio que desempeñaba renunciando al Gobierno. Se dio cuenta que existía una Francia antipolítica y creó, un año antes de las elecciones, el movimiento En Marcha y lo convirtió en una fuerza arrolladora. En un año reunió 250.000 adherentes, distribuidos en todo el país. En todo caso, Macron ofreció lo mejor de la socialdemocracia: joven, moderado, con una visión general de las cosas del mundo. Se ha propuesto corregir el retraso francés y alentar una “civilización del capitalismo social” que considera indispensable. Pero las cosas no son tan fáciles: la campaña electoral fue violenta, el clima social se pu- so muy tenso. Los líderes de derecha e izquierda no han quedado satisfechos. A todo esto hay que agregarle la lenta invasión de los musulmanes cuyas familias se multiplican día a día. Los franceses quieren que sus antiguos y nuevos visitantes, que vienen del Medio Oriente, vivan como franceses, pero eso se hace cada vez más difícil. Las mezquitas no dan abasto y a la hora de la oración ocupan calles y plazas. Se ha multiplicado la delincuencia y París empieza a perder lentamente su encanto.
El presidente sabe que gran parte de los votos que tuvo fue producto del voto en contra de su contrincante, no por él mismo. Ahora puede comprender mejor la frase de Tallerand: “El momento más difícil no es el de la lucha. Es el de la victoria”.
Por lo menos se ha salvado la Unión Europea, ya que la señora Le Pen, su rival, nacionalista al máximo, quería seguir el ejemplo del Reino Unido con su Brexit. Ahora que no tenemos en el Ecuador líde-
Supresión de 120.000 puestos de funcionarios. Reducción del gasto público en 60.000 millones de euros en un plazo de cinco años. Disminución de los impuestos en nóminas. Bajada del impuesto de sociedades. Creación de 10.000 puestos de policía y gendarmes. 15.000 nuevas plazas en prisión. Toda pena dictada será ejecutada. Servicio militar obligatorio de un mes. Sistema para sancionar a las empresas que abusen de los contratos de corta duración. Protección social: Suspensión del pago del seguro de desempleo si se rechazan más de dos ofertas de trabajo “decentes”. Creación de una ayuda social única que agrupe varias prestaciones sociales mínimas. Reva- lorizar en 100 euros mensuales el subsidio para adultos con discapacidad y la pensión mínima de vejez. Gafas, prótesis auditivas y dentales subvencionadas al 100 % antes de 2022, prima de 1.000 euros por la compra de un vehículo menos contaminante. Renovación de un millón de viviendas mal aisladas. El 50 % de los alimentos serán ecológicos en las cantinas escolares y en las empresas antes de 2022. Vida pública: Los parlamentarios tendrán prohibido emplear a miembros de su familia. Reducción del número de parlamentarios en un tercio máximo. Utilización frecuente del procedimiento de urgencia para aprobar leyes. Autonomía de los centros escolares y universitarios para contratar. Creación de entre 4.000 y 5.000 puestos docentes. Prohibición del uso de celulares en la escuela primaria y la secundaria. Enseñanza de las religiones en la escuela. Cheque cultural de 500 euros para cada francés que cumpla 18 años.