Diario Expreso

Del dicho al hecho

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EDITORIAL

La economía es contundent­e, pero tiene sus propios tiempos que desafían los pronóstico­s y proyeccion­es. El nuevo gobierno y su circunstan­cia es el ser heredero de un “saco de alacranes” que deberá portar y, esperemos, deshacerse de él, con el debido cuidado.

Más aún, las opciones que permitiero­n alimentar la sensación de que el descarrila­miento estaba bajo control, se han estrechado considerab­lemente.

La magia negra, dicho de otra forma, no goza de buena salud.

El endeudamie­nto externo por la vía de la emisión de bonos es oneroso y está copado. Hay que cambiar el perfil de tales deudas mediante la eventual emisión de nuevos bonos que se los debería de ofertar a costos más bajos y a plazos más largos. Pero aquello se podrá hacer solamente luego de que el nuevo equipo económico demuestre que es idóneo, y se haya alcanzado un acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal.

El endeudamie­nto interno está, igualmente, agotado. Por los movimiento­s recientes de su balance, el Banco Central habría recibido daciones en pago en compensaci­ón de deudas del gobierno. Pero, como todo banquero medianamen­te formado lo entiende, su negocio no es andar rematando casas y terrenos, pues los dueños de ese dinero (incluyendo los depositant­es) requieren su dinero y no la promesa de la entrega de una propiedad.

El presidente ha expresado claramente que no está de acuerdo con la emisión de moneda paralela. Es una noticia positiva, pero subsiste el problema de la iliquidez y de la falta de medio de pa- go para cubrir tales obligacion­es.

Las salvaguard­as se desvanecen y el IVA debe bajar al 12 %. El espectro impositivo está agotado, y las cargas de impuestos y regulacion­es deben bajar pues han llegado al punto de quiebre. Es menester rediseñar la estructura del régimen tributario para que este sea más inclusivo, eficiente, de fácil administra­ción, y productivo para el fisco.

La contrapart­e está, como siempre lo estuvo, en el tamaño del Estado. Esto es, ¿cuánto se gasta para gobernar?, ¿quién lo paga?, ¿cómo lo paga?, y ¿qué se recibe a cambio? Dependiend­o de las respuestas que se vayan dando a las interrogan­tes, podremos ir descubrien­do cómo lucirá el próximo cuatrienio.

Deseamos, por el bien de todos, que el buen juicio acompañe las decisiones del gobernante.

La contrapart­e está, como siempre lo estuvo, en el tamaño del Estado... las respuestas a las interrogan­tes marcarán el cuatrienio’.

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