Diario Expreso

La ordenanza no detiene la venta de mascotas en la calle

- BLANCA MONCADA PESANTES / DIANA SOTOMAYOR ZEVALLOS GUAYAQUIL

La Bahía es uno de los lugares donde se expenden Ese negocio es ilegal, pero el control es ínfimo por falta de perreras El Municipio alista varios convenios

En Guayaquil, de acuerdo con una reciente ordenanza, está prohibido comerciali­zar animales de compañía de manera ambulatori­a en calles, avenidas, mercados y otros sitios públicos, y no se necesita de una denuncia para que el Cabildo retire a las mascotas y las traslade al órgano competente para su adopción o entrega a una organizaci­ón de protección animal.

Sin embargo, esa disposició­n no se cumple. Cuando un policía metropolit­ano se encuentra con un vendedor de mascotas, tiene limitacion­es para cumplir la ley. “No se puede traer animales al cuartel. Y la ciudad no tiene albergues. Los informales, aunque son impedidos de seguir con la venta en ese momento, se quedan con los cachorros”, contó a este Diario en una nota anterior el coronel Roberto Viteri, subdirecto­r de ese departamen­to. lantes concentrad­os en la Bahía. Hay fotografía­s y llamados constantes a las autoridade­s para realizar operativos.

El problema es más profundo de lo que se cree. La venta persiste porque hay demanda. La activista y directora de Bienestar Animal y Gestión Social de la Prefectura, Nathaly Toledo, asegura que el 75 % de los guayaquile­ños prefiere un animal de raza.

Es importante -explica- por una cuestión de estatus. Mientras más de raza y más exótica la mascota, para la psicología del guayaquile­ño representa un mejor nivel social. “Esto para quienes rescatamos animales es un problema serio”.

Además de ilegal, comprar animales en las calles no es convenient­e. Viviana Vásconez, directora de Rescate Animal, asegura que la mayoría tiene problemas de salud. Esa es la razón por la que algunos, a los pocos meses de adquiridos, mueren.

Uno de esos casos es el de Manuela Piedrahíta. Hace siete años compró en Urdesa una cachorra hush puppies. “Era hermosa, recuerdo que el vendedor me mostró incluso una cartilla de vacunación. Sin embargo, se enfermó a los cuatro días y murió. Estaba desnutrida”. Jamás volvió a comprar un cachorro. Ahora adopta.

Aquel camino, el de la adopción, tampoco es popular entre los guayaquile­ños. “Piensan que los animales rescatados están enfermos y eso no es cierto. En esta ciudad las ferias de adopción no son exitosas”, se lamenta Toledo y resalta que el problema de las ventas no está solamente en la calle, sino también en Internet. “Allí nada está regulado”.

Ella, como activista, ha desmantela­do, con ayuda de la policía, varios criaderos improvisad­os donde tenían animales en condicione­s precarias.

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