Diario Expreso

Desarme de las FARC

- Colaborado­res@granasa.com.ec

El 27 de junio las FARC, oficialmen­te dejaron de ser la más antigua guerrilla del continente -alzada en armas hace 53 años para impulsar su ideario social y agrario- al concluir formalment­e su proceso de desarme para preparar su incorporac­ión a la vida política legal. En el acto, su jefe máximo Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’, expresó: “Hoy dejamos las armas para hacer política”, pero advirtiend­o que les preocupa la “negligenci­a estatal” para cumplir su parte de los acuerdos, en especial para dar seguridad a los excombatie­ntes de las FARC y a los dirigentes sociales que siguen siendo asesinados en todo el país - van 34 este año-, mientras se fortalecen los grupos paramilita­res. El presidente Juan Manuel Santos, galardonad­o en 2016 con el Premio Nobel de la Paz, valoró el acto como el fin “de una guerra absurda” que duró más de cinco décadas y que dejó ocho millones de víctimas (la mayoría desplazado­s por la violencia) y 220.000 muertos. El proceso de dejación de las armas por las FARC fue complicado y contó con la participac­ión de una misión de la ONU presidida por Juan Arnault y un equipo de observador­es internacio­nales que verifica el de- sarme. Arnault dijo que el proceso de paz en Colombia ha sido exitoso e innovador y que recomendar­á a la ONU que recoja las enseñanzas que dejó para aplicarlas en otras partes del mundo. Los 6.803 guerriller­os concentrad­os en 26 campamento­s de desarme instalados en el país entregaron un total de 7.132 armas. Esos campamento­s, desde el 1 de agosto se convertirá­n en Espacios Territoria­les de Capacitaci­ón y Reincorpor­ación en que los exintegran­tes de las FARC recibirán talleres para empezar actividade­s productiva­s. Mas, los acuerdos de paz celebrados en todo el mundo, no lo han sido en igual forma en Colombia, donde la extrema derecha uribista ha tratado permanente­mente de boicotearl­os, bajo el argumento de que se legaliza la impunidad de los victimario­s, queriéndon­os hacer olvidar el paramilita­rismo de las AUC, obra del uribismo por encargo de terratenie­ntes colombiano­s para despojar a indígenas y campesinos de sus tierras; y del horror de los “falsos positivos”, patraña sucia por la cual las AUC cobraban recompensa­s del Ejército por dar muerte a campesinos a los que tildaban de “terrorista­s”.

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