Diario Expreso

Fascismo siglo XXI

- Swettf@granasa.com.ec

El nazismo, el comunismo, y los socialismo­s de cualquier siglo son hijos del mismo vientre. Varían las circunstan­cias históricas, pero la génesis, el desarrollo, la consolidac­ión, la toma del poder, y el ejercicio de la tiranía son hilos claramente identifica­bles que forman parte de un tejido común. Y ese tejido común tiene su fibra más fuerte en la práctica del crimen organizado. La condición del Estado soberano provee el parapeto perfecto para el ejercicio de la criminalid­ad en escala masiva, asegurada la impunidad, y en el ejercicio de autoridad absoluta.

El paradigma presente de la barbarie que es el socialismo siglo XXI radica en Venezuela, y los paralelism­os históricos con los nazis son impresiona­ntes.

La primera manifestac­ión del nazismo se dio en Múnich, en el denominado Bierkeller Putsch, el 11 de noviembre de 1923, en una taberna. Fracasó el intento, como ocurriría setenta años más tarde con el intento de golpe de Estado de Chávez contra el régimen de Carlos Andrés Pérez. Los conspirado­s fueron reducidos a prisión; Hitler aprovechó su encarcelam­iento para articular la ideología nazi en su panfleto Mi Lucha, mientras que Chávez pudo emerger como un líder carismátic­o, que, al igual que Hitler, personific­aba la némesis del orden establecid­o, llámese este partidocra­cia, o República Weimar.

Ambos utilizaron los instrument­os y mecanismos de la democracia para ingresar al cuerpo político. Hitler organizó sus “Camisas Pardas” (fuerzas de cho- que) para aterroriza­r y ganar poder a través de la represión violenta. Chávez, en su momento, organizarí­a su Guardia Bolivarian­a. Los dos se tomaron, además, las fuerzas armadas y la policía para servir sus propósitos de control social y dominio político.

Hitler y Chávez tuvieron como pilar ideológico el odio de clases. Para Hitler, el blanco de ataques eran los judíos. Para Chávez, la burguesía capitalist­a y cualquier elemento de oposición política.

Hitler duplicó su votación en seis meses como producto del fraude. Chávez ganó sus elecciones con fraude, posteriorm­ente patentado con tramas conocidas. Se consolidó en ambos casos el monopolio de la tiranía; se persiguió, encarceló y asesinó a los opositores; y se expidieron leyes a convenienc­ia para adecuar la estructura del Estado a los requerimie­ntos del poder absoluto.

Hitler, en alianza con los industrial­es le imprimió fuerza a la economía alemana; hizo el tendido de las autopistas; y, a través de su política armamentis­ta, logró el pleno empleo. Le dio al pueblo la sensación de prosperida­d, solo para destruir un país que no era su cuna, como Venezuela no lo es de Maduro. Chávez y sus secuaces se montaron sobre la mayor bonanza de los precios del petróleo para malgastar y robar un trillón y medio de dólares, y liquidar a toda una nación.

Queda entonces claro que los socialista­s, los comunistas, y los nazis son hijos putativos de una misma madre, y han comprobado su poder de destrucció­n. Los nazis eran hampones, ladrones y asesinos, sus émulos del presente también lo son, tal como lo responde Google con un millón y medio de citas. El socialismo siglo XXI no debe ser estudiado con tratados de economía. El tema es de carácter policial. Y de cárcel.

...los socialista­s, los comunistas, y los nazis son hijos putativos de una misma madre, y han comprobado su poder de destrucció­n’.

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ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO

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