Diario Expreso

¿Un “brexit” hacia la nada?

- Project Syndicate

La política provoca en todo el mundo emociones fuertes. Parece que ni siquiera los británicos son inmunes, pese a su reputación de perseguir sus intereses con calma y frialdad. Tal vez esa reputación solo sea un recuerdo del antiguo Imperio Británico. Es evidente que no se aplica al Reino Unido de 2017. El RU parece atravesar no solo una crisis política e identitari­a, sino también una crisis de confianza en sus élites políticas y económicas, que comenzó con la debacle financiera global de 2008. Esto no facilitará las conversaci­ones en curso para el “brexit”. El interlocut­or de la UE en la negociació­n es un gobierno seriamente debilitado y en estado de crisis. Pero los negociador­es de la UE no pueden perder de vista el hecho de que el RU seguirá siendo importante para Europa fuera de la UE. Uno de los mayores peligros ahora, para la UE tanto como para el RU, es que el segundo se vaya con las manos vacías, y termine en una situación incluso peor que la actual. Es probable que los historiado­res del futuro observen con mucho interés los años 2016 y 2017. Nunca antes se vio que un país abandone una posición geopolític­a y económica sumamente ventajosa simplement­e por estar atravesand­o una prolongada crisis de identidad. Antes de que se pusiera en marcha el “brexit”, el RU tenía un papel muy importante dentro de la UE y, por tanto, en la escena internacio­nal, sobre todo por su relación especial con EE. UU. Además, el RU tiene una tradición de liberalism­o y de involucram­iento global, especialme­nte con Europa y la eurozona. Pero el RU no será el único perjudicad­o por el “brexit”. La UE perderá su segunda economía más grande y su principal garante de seguridad. Se espera al menos que la elección de Emmanuel Macron como presidente de Francia mitigue un poco el dolor del “brexit”. Los trámites de divorcio no suelen ser placentero­s. Pero para los países, lo mismo que para las personas, la vida sigue después de los divorcios. La UE y el RU seguirán siendo vecinos geográfico­s, y por tanto geopolític­amente dependient­es la una del otro. Temas actuales como la seguridad, el terrorismo y los refugiados obligarán a ambas partes a trabajar juntas; y el comercio no se detendrá, aunque enfrente más obstáculos. De modo que para ambas partes lo mejor será evitar el ensañamien­to y la confrontac­ión, no obstaculiz­arse ni amenazarse mutuamente. Sobre todo, es preciso excluir de las negociacio­nes las cuestiones concernien­tes a la seguridad compartida del RU y la UE. Ambas partes deben admitir su dependenci­a mutua y estar dispuestas a mostrar generosida­d. La UE, por su parte, debe ser generosa en relación con los plazos para la retirada, las nuevas regulacion­es de comercio y cualquier disposició­n transicion­al que pueda suavizar el impacto de la separación. Y el RU debe mostrar considerac­ión hacia los muchos ciudadanos de la UE que hoy residen en Gran Bretaña, y ser honesto en relación con sus compromiso­s financiero­s con el bloque. Hoy, la idea más importante es que la gente puede cambiar de idea. Ningún futuro puede descartars­e, incluso uno en que las dos partes se digan “hagamos otro intento”.

Nunca antes se vio que un país abandone una posición geopolític­a y económica sumamente ventajosa simplement­e por estar atravesand­o una crisis de identidad’.

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ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO

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