Necesarias enemistades
La amistad es la forma de relación humana más pura y desinteresada que existe. Amamos a nuestros padres, hijos, hermanos, primos, tíos, etc., por esos indestructibles vínculos de sangre. Y el amor a las novias, amantes o enamoradas tiene un interés que mezcla lo romántico con lo sexual. En cambio, al amigo o a la amiga nos une la empatía y, sobre todo, las vivencias compartidas a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo, paradójicamente, para los políticos el desamor y hasta el odio parecen ser tan necesarios como lo es el apoyo popular o la fidelidad de los “cuadros” partidistas. Los lectores dirán que exagero por prejuicios que pudiera tener contra la partidocracia que, especialmente, ha sido tan satanizada en esta última década. Pero el caso es que ciertos políticos -y en el Ecuador tenemos un ejemplo inmediatonecesitan para su mejor auge, cuando les toca estar en el poder, el contar con enemigos, hasta el punto que pueden llegar a la conclusión de que un personaje público que no tenga contrincantes significa que su importancia es nula. Y, por ende, nulas serán sus posibilidades de seguir creciendo en la vida de la politiquería, en la que muchos quieren seguir participando hasta que... “la muerte los separe”.
¿Qué se haría, por ejemplo, un dirigente político de la derecha si es que no lo atacaran sus similares de la izquierda, y viceversa? ¿Cómo convencer al populacho (que según Ortega y Gasset tiene un veleidoso comportamiento femenino) si es que no se produce esa confrontación que entusiasma tanto como un buen partido de fútbol? Pero, en los últimos tiempos tales líderes políticos han escogido, principalmente, a la prensa independiente, que está en la obligación en su parte editorial de criticar y combatir lo que le parece malo, como el enemigo ideal contra el cual hay que lanzar acusaciones e insultos. Y hasta se rompen en actos públicos periódicos y revistas como la forma más fehaciente de expresar una indignada respuesta. Y así se ha calificado a los comunicadores de corruptos, intrigantes y mercantilistas. No me deja mentir el señor Trump que en la Yoni, al igual que lo que se hizo en nuestro país, declaró a la prensa como “el enemigo público número uno”.
Sin embargo, paradójicamente, para los políticos el desamor y hasta el odio parecen ser tan necesarios como lo es el apoyo popular o la fidelidad de los “cuadros” partidistas’.