De valores y ambiciones
Pareciera que a nivel regional viviéramos una gran crisis de valores morales, éticos, cívicos, etc. La corrupción en la última década, como si de una epidemia se tratara, ha contaminado los diversos estamentos del poder en Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil, etc. Pareciera que el honor, esto es la cualidad moral que impulsa a una persona a actuar rectamente, cumpliendo su deber y de acuerdo con la moral, cediera ante el peso de la codicia, el ansia de poder que otorga el dinero.
Conscientes de que el poder político es efímero, lo han convertido en el medio para acceder al poder económico, que se extingue cuando los millones desaparecen. Surge así la clase de los nuevos ricos, gracias a las prácticas antiéticas de “meterle la mano” a los fondos públicos, por diversos medios, en el ejercicio público. El valor moral fue desplazado por el interés personal; así lo colegimos cuando quienes fueron elegidos para defender los intereses del mandante, del pueblo, se despojan de tal misión, para defender los intereses propios y los de sus camaradas de “travesuras”.
Tal comportamiento genera en la sociedad carencia de valores, abonando el campo para la corrupción; más aún si se ha armado un andamiaje institucional para lograr impunidad. En tal sentido resultan reveladoras las declaraciones de los 7 exjueces sobre los 40 magistrados recientemente defenestrados, bajo la figura de “error inexcusable”.
Es inminente desmontar tal estructura y mandar a su casa a aquellos que la defienden a ultranza y/o utilizan subterfugios legales para asegurarla.
Recientemente el colectivo Vigilancia Ciudadana, representado por la asambleísta Mae Montaño, ha presentado una iniciativa consistente en eliminar la reelección indefinida, suprimir el Consejo de Participación Ciudadana y cesar de sus funciones a las autoridades de dicho organismo, desmontando en parte el andamiaje que permitió el abuso de poder y generó condiciones de impunidad a la corrupción.
Bajo tales circunstancias, es inminente rescatar los valores morales en la política, por sobre las ambiciones económicas, propias de los corruptos.