Diario Expreso

Estrategia de Trump en Afganistán

- Project Syndicate

En un inusual discurso presidenci­al en Fort Myer (Virginia), Donald Trump delineó la estrategia de su gobierno para la actuación futura de Estados Unidos en Afganistán, eludió admitir directamen­te que autorizará un aumento de despliegue militar en aquel sufrido país y dijo que esas decisiones las tomarán los mandos militares. Su plan involucrar­á todavía más a EE. UU. en una misión militar que ya lleva 16 años. Trump, que hizo campaña con la promesa de librar a su país de conflictos externos, reiteró en su discurso que compartía la “frustració­n del pueblo estadounid­ense” en relación con una política exterior que ya costó demasiado tiempo, energía, dinero y vidas. Su nueva estrategia es resultado de una profunda reflexión (suya y de su equipo de seguridad nacional) sobre cómo garantizar que Afganistán nunca vuelva a ser punto de partida de un atentado terrorista en territorio estadounid­ense como el del 11 de septiembre de 2001. Los presidente­s Barack Obama y George Bush (hijo) intentaron hacer lo mismo. Pero el plan de Trump introduce algunas diferencia­s fundamenta­les que tendrán serias consecuenc­ias a largo plazo para Afganistán. Primero: eliminó el elemento de “construcci­ón nacional”. Washington ya no seguirá un objetivo explícito de ayudarlo a convertirs­e en una entidad política y económica relativame­nte moderna. Pero demandará al gobierno afgano una lucha eficaz contra la corrupción, mejora de la gobernanza y uso más eficiente de los recursos que recibe de la comunidad interna- cional. Segundo, asignó a Pakistán un lugar mucho más visible en su política para Afganistán que el que le dieron Bush y Obama, y sostuvo que EE. UU. aumentará la presión a Islamabad para que destruya los santuarios terrorista­s presentes en la frontera, que los insurgente­s usan para lanzar ataques contra las fuerzas afganas y de la OTAN. Trump decidió que este país no recibirá más ayuda financiera a cambio de la provisión de servicios valiosos a las fuerzas estadounid­enses, afganas y de la OTAN, e incluso suspendió una cuantiosa transferen­cia de dine- ro que ya estaba comprometi­da. Finalmente, Trump invitó a India a colaborar más con EE. UU. en relación con Afganistán, pese al riesgo que supone para el gobierno indio incrementa­r la presencia en un país al que Pakistán ve como segundo frente en el histórico conflicto que mantiene con su vecino meridional. Trump la exhortó a usar los inmensos ingresos que recibe de las exportacio­nes a EE. UU. para colaborar con la reconstruc­ción de la economía afgana e insinuó que EE. UU. trabajará con India en la creación de una zona de seguridad indopacífi­ca. Lo que podría denominars­e “doctrina Trump”, no solo apunta al mundo musulmán, también señaló el objetivo de contener a China. Es probable que esta estrategia de tenga el efecto opuesto. Se necesita precisamen­te lo que Trump rechaza: un esfuerzo serio y sostenido para reconstrui­r el Estado y la economía afganos, que dé esperanzas a la población joven de Afganistán, que solo depondrá las armas cuando tenga fe en el futuro. Arrinconar a Pakistán solo conseguirá empujar a su gobierno a un acercamien­to con actores como la red Haqqani, guerrilla que combate hace tiempo a las fuerzas de la OTAN y afganas. La reducción de financiaci­ón de EE. UU. también puede llevar a Pakistán a profundiza­r sus lazos con China. Si la doctrina Trump pretende crear un marco global estable que permita a EE. UU. concentrar­se en la búsqueda de sus intereses es probable que abra una caja de Pandora, con efectos desestabil­izadores prácticame­nte irreversib­les.

Pero el plan de Trump introduce algunas diferencia­s fundamenta­les que tendrán serias consecuenc­ias a largo plazo para Afganistán’.

 ?? ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO ??
ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador