Muerte de Verdi
El 21 de enero de 1901, Verdi estaba sentado en el borde de la cama abotonándose el chaleco en su habitación del Grand Hotel de Milán, cuando comenzó a temblar. La chica de limpieza le preguntó si se sentía bien, Verdi replicó: “Un botón menos, un botón más” y se desmayó. Fue un derrame masivo que lo llevó a la inconsciencia y del cual nunca se recuperó. Verdi estuvo en coma durante 6 días, tiempo suficiente para que se reúnan todos sus amigos y familiares y para que la nación italiana se haga a la idea de que estaba perdiendo a su más importante y amado ciudadano. Durante su agonía el hotel fue cerrado a todo nuevo huésped; se interrumpió el tráfico en la calle y a los conductores de los tranvías se les prohibió sonar sus campanas al aproximarse al hotel. Toda la nación se mantuvo vigilante e informada por un cuarto de prensa organizado rápidamente en el mismo hotel.
Rodeado de Boito, Teresa Stolz, su hija adoptiva Filomena María, su nieta Peppina, su yerno, Alberto Carrera, Giulio y Giudetta Ricordi, Verdi murió a las 2:50 de la ma- ñana del 27 de enero de 1901.
Una multitud se comenzó a congregar frente al hotel a pesar del frío invierno; el comercio y los teatros de Milán cerraron por 3 días. Las banderas fueron izadas a media asta con crespones negros en toda Italia y la edición de los periódicos tuvieron marcos negros en su primera página; el Parlamento le rindió honores. El país entero se puso de luto. 200.000 personas se alinearon silenciosamente en las calles de Milán a ver pasar su cortejo hasta el Cimitero Monumentale. Cuatro semanas más tarde, el 27 de febrero, los cuerpos de Verdi y Giuseppina fueron trasladados a una cripta en la Casa di Riposo, donde ahora se encuentran. Al cortejo fúnebre que lo trasladó a la Casa Verdi lo acompañaron a -más del pueblo de Milánlas más altas autoridades del gobierno italiano, los compositores Puccini, Mascagni y Leoncavallo, entre otras personalidades. Toscanini desde La Scala interpretaba, con la orquesta y coros del teatro, el coro “Va pensiero” de Nabucco y todo el cortejo lo coreaba suave y tristemente.