¿Qué hicimos mal?
Debemos reconocer que hay un signo patente de confusión que domina nuestra vida diaria. Muchos al despertar nos preguntamos cómo por fin hoy podremos encontrar una luz en tanta obscuridad que nos rodea. Esta angustia no es un problema solo individual, atañe todos, a empresas, a asociaciones, a partidos políticos, a las iglesias; en general, al ser humano ecuatoriano y a su forma de relacionarse.
Más severo es el estado de la juventud: disipados, desorientados, desconectados, desubicados, desmotivados, escépticos, se hunden en un vacío corrosivo en una nada cada vez más extendida, cada vez más profunda.
Que el vicepresidente de nuestro país tenga orden de arraigo, que Fiscalía esté investigando a altas autoridades por presuntas vinculaciones con abusos de fondos públicos, que no sepamos aún cómo se va a manejar el déficit presupuestario nacional, que el partido de gobierno abandone al presidente en funciones, que el gobierno anterior haya ocultado información sobre la corrupción y sobre la crisis fiscal para favorecer el triunfo de la papeleta de Alianza PAIS, que el presidente anuncie consultas populares, que por el otro lado se hable de la muerte cruzada, y ¡todo eso en solo 100 días! ¿Cómo podemos vivir en tanto caos?
Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación decía: “No se construye una realidad nueva a base de discursos o de proyectos alternativos, sino viviendo gestos de humanidad nueva en el presente”.
Este comentario centra entonces la raíz del problema en los valores individuales; la ciudadanía se construye cuando se enseñan,
Todos tenemos un propósito en la vida, necesitamos más ecuatorianos conscientes de que vivimos un momento de una gran bifurcación...’.