El líder chechén acomete contra los divorciados
Kadírov promueve la reconciliación por “el bien de los niños” Estrategia contra el extremismo
El controvertido líder de Chechenia, Ramzán Kadírov, lanzó una nueva campaña polémica. En esta ocasión, no se trata de que las estudiantes deban ir a la universidad con pañuelos en la cabeza ni de acabar con los gais en esa república norcaucásica, sino de reunificar a las parejas divorciadas que tienen hijos para que no caigan en las garras del terrorismo.
Y ello porque, como dice este hijo de imam que primero combatió a los rusos y más tarde -en la segunda guerra chechena- se pasó al bando del Kremlin, de 100 familias con hijos que se divorcian, solo “siete u ocho son normales” y pueden criar a los niños como es debido. En las restantes, según considera, los chicos pueden ser presa fácil de quienes propagan el yihadismo.
El caudillo lanzó a comienzos de julio su campaña para el regreso a casa “por el bien de sus hijos”. Consiste en crear comisiones para la “armonización de las relaciones matrimoniales y familiares”, que citan por separado a los que en su tiempo formaban pareja y los instan a hacer las paces y reconstruir el hogar. Como explica Rasul Uspánov, secretario de la organización de Grozni -la capital chechena- “si el mulá ve que hay al menos un 2 % de deseo de restablecer la familia, entonces se habla con los padres de la pareja para que ellos ayuden a convencer a sus hijos de que tienen que volver a vivir juntos”. En ciertas ocasiones, se pide, además, la intervención del consejo de ancianos.
En menos de dos meses, hasta el 21 de agosto se han logrado reunificar 948 familias chechenas, según un informe de la televisión local. El éxito se debe, como era de esperar, exclusivamente al líder checheno. Eso, al me- nos, es lo que respondió en televisión el director del departamento para las relaciones con las organizaciones religiosas y sociales, Rustam Abázov: “En ningún país del mundo existe programa parecido. La gente responde tan bien... Es el reflejo del respeto y el amor hacia nuestro líder”.
Claro que las malas lenguas hablan de coacción, de miedo, de consecuencias terribles si no cumples con lo que pide Kadírov. Cacique que hace y deshace en su feudo y que ha sido acusado por organizaciones de defensa de derechos humanos como Memorial y por algunos observadores de estar detrás de sonados asesinatos -como el de la periodista Anna Politkóvskaya o el político opositor Borís Nemstov-, de desapariciones de personas, de torturas y otras barbaridades. Naturalmente, Kadírov siempre ha negado este tipo de acusaciones.
Después de triunfar en la segunda guerra, el Kremlin optó por chechenizar el conflicto, es decir, dejar en manos de chechenos leales a Moscú la persecución y eliminación de los chechenos separatistas y apostó entonces por el padre de Kadírov, y a la muerte de este en un atentado, por su hijo Ramzán, al que ha dado carta blanca. Y en lo que respecta a los intereses nacionales geopolíticos de Rusia, el Kremlin no se equivocó al elegir a Kadírov, que ha logrado pacificar la república, aunque todavía quedan algunos sectores que no han abandonado las armas y esporádicamente organizan ataques en la región. Pero el peligro de una separación de Chechenia con el consiguiente agujero en el flanco sur, en el Cáucaso, ha desaparecido. El precio de esta pacificación parece no importarle demasiado a Moscú, sobre todo porque se hace con manos chechenas.