Nuevas tensiones inútiles
Con las que ya tiene, al Ecuador le bastan y le sobran tensiones como para ponerse a fomentar otras. Todavía no estamos, como se aspiraría, enfrentando la crisis económica. Todo el mundo señala al respecto que deberíamos estar renegociando el servicio de la deuda, sus plazos y tasas de interés, o bien con los propios acreedores internacionales o bien con los organismos multilaterales, como el Banco Mundial.
Con el Banco hay el miedo de las condiciones. Aparte de los efectos negativos ya conocidos que esa institución genera para tratar de poner la casa en orden, con gran sufrimiento para los sectores populares, los ajustes siempre producen resquemores “ideológicos” entre los gobiernos que desean seguirse considerando progresistas para poder evadir los ataques que llegarían desde Bélgica, pensando equivocadamente, que estos podrían tener impacto entre los ecuatorianos.
El hecho cierto es que negociar con el Banco Mundial permitiría conocer sin ambages la realidad económica del país y también a los responsables del despilfarro y la corrupción que se farrearon los altos ingresos petroleros. Obviamente, con esos datos por delante, el país exigiría sanciones y pareciera que dar paso a ello, de momento, resulta políticamente incorrecto.
Renegóciese entonces con China, para citar al principal acreedor pero, la cuestión es actuar y pronto. Ya se tiene más o menos una idea de la magnitud de los compromisos. Toca ahora decidir la mejor manera de satisfacerlos y, por supuesto, tomar medidas de austeridad en serio. La obesidad del Estado es insoportable, sin metáfora.
La situación que plantean las universidades privadas no debería dar lugar a nuevas tensiones, y tendría que resolverse en acuerdo a la ley’.