Exigimos transparencia
En noviembre de 2015, el entonces presidente Correa inauguró el Proyecto Multipropósito Chone. El evento fue cubierto por los medios y los oficiales lo calificaron de “obra emblemática”. El mandatario sostuvo, en ese acto, que quedaban “…atrás más de 35 años de angustia de 125.000 habitantes que contarán con esta obra para mitigar los efectos de las futuras estaciones lluviosas…”, y la agencia estatal de noticias Andes resaltó que con él se afrontaba el sufrimiento de 15 a 20 inundaciones en invierno y la sequedad del verano, cuyos efectos eran devastadores para la economía local. El discurso gubernamental habló de una presa que controlaría las crecientes y almacenaría hasta 113 millones de metros cúbicos de agua. De un túnel de desagüe que desembalsaría el agua y la descargaría de acuerdo a las necesidades. Se trataba, como lo decía el Gobierno, de una solución concreta a problemas que aquejaban a una gran área geográfica de la región.
La verdad es que de ese proyecto solo se había ejecutado un primer componente, y sin embargo Correa lo inauguró como si hubiera sido terminado. El proceso de su ejecución tuvo una serie de vacíos y complicaciones, hasta la fecha inexplicados. La Contraloría General del Estado realizó exámenes especiales del desarrollo del proyecto. En el segundo de ellos, de marzo de 2013, se establecieron incumplimientos por parte de la compañía ejecutora, la china Tiesiju, razón por la cual, su contraparte nacional, Senagua, decidió la terminación unilateral del contrato, señalando un monto aproximado de 30 millones de dólares de descuentos por incumplimientos, multas y otros rubros. Tiesiju reaccionó demandando a Senagua y a la Contraloría en lo contencioso administrativo, sin que se conozcan, hasta ahora, los resultados de tales procesos.
Habría que averiguar si en las decenas de obras contratadas con empresas chinas los plazos se han cumplido, se ha respetado la legislación laboral ecuatoriana, se han acatado las exigencias ambientales, etc.
El país necesita saber.