La consulta tensa la división del oficialismo
El bloque PAIS se reunió para tratar la posible convocatoria a las urnas Moreno y Correa cumplen 100 días de enfrentamientos verbales
El llamado a consulta popular, que analiza Lenín Moreno desde la semana pasada, triza aún más al movimiento oficialista y empuja al punto del no retorno a la deteriorada relación entre el presidente de la República y su antecesor Rafael Correa, que se acercan a los cien días de enfrentamientos verbales.
La predisposición de Moreno de escuchar el “pronunciamiento del pueblo, sobre los cambios que deben introducirse para garantizar una democracia plena, sin caudillismos y con entidades transparentes, que garanticen el control de lo público” es considerada por Correa como la mayor “traición a la Revolución Ciudadana” que ambos defienden, desde ángulos distintos.
Los asambleístas y los líderes de PAIS se reunieron anoche para, por un lado analizar la posibilidad de la consulta popular y por otro conocer el resultado del encuentro entre el excanciller Ricardo Patiño y Gabriela Rivadeneira (expresidenta de la Asamblea) con Rafael Correa en Bélgica.
Fue en junio cuando comenzaron las críticas del exmandatario a las decisiones de Moreno que, desde su discurso de posesión del 24 de mayo, empezó a marcar distancia de un
Hay un momento complejo y de decisiones contundentes sobre la consulta y sus elementos. Apuntamos a mantenernos unidos y en coherencia política. La unidad no debe ser solo por la unidad porque eso sería mantener las formas.
El panorama interno es complejo. Hay dificultades entre nuestros líderes, pero el proyecto debe mantenerse. Tenemos la obligación de defender los avances y estar vigilantes de las acciones del presidente Moreno para mantener vigente los postulados de izquierda. modelo de gobierno de diez años, en los que estuvo los seis primeros como vicepresidente de la República (2007-2013).
Un distanciamiento marcado, en primer lugar, por el llamado al diálogo a los diversos sectores de la sociedad, desde los empresarios e industriales hasta los líderes opositores: Jaime Nebot, alcalde de Guayaquil; Cynthia Viteri, excandidata a la presidencia por la alianza Partido Social Cristiano- Madera de Guerrero; Abdalá Buca-
Hay predisposición para dialogar con el presidente Moreno. Tenemos serias preocupaciones sobre las agendas contrarias al programa de PAIS. Las conclusiones del acuerdo productivo y tributario son el programa de Gobierno de la oposición.
Yo pensé que había opciones de diálogo entre Correa y Moreno, pero ya es casi imposible. Los principios del movimiento y el plan de Gobierno nos mantendrán unidos. No creo que se rompa el bloque. Pero el tema de la consulta puede lesionar los derechos de la gente. ram, Fuerza Ecuador; y Mauricio Rodas, alcalde de Quito.
En segundo lugar, por los cuestionamientos a la situación económica del país, en la que Moreno dijo que no encontró “la mesa servida” como se lo habían anunciado y descubrió que el endeudamiento del Estado era mucho mayor de lo indicado en las cifras exhibidas.
En el tercer lugar, por la situación de las consideradas obras emblemáticas del Gobierno, como las refinerías de Esmeraldas y del Pacífico y las escuelas del milenio, que se han convertido en problemas.
Y en cuarto lugar, las denuncias de corrupción por la trama de sobornos de la empresa brasileña Odebrecht que llevaron a vincular al proceso de asociación ilícita al vicepresidente de la República, Jorge Glas, en un ambiente de tensión en el movimiento oficialista en donde hay dos grupos definidos: correístas y morenistas.
Cada uno defiende a quien considera su máximo líder. De un lado está el presidente Lenín Moreno y del otro Rafael Correa, que han entrado en un conflicto verbal en el que ninguno se nombra, pero utilizan todos los epítetos y los canales posibles para atacarse mutuamente.
Del lado del poder, un Lenín Moreno que en tres meses, a través de Twitter, cadenas nacionales y los infomes semanales de los lunes, ha dicho que “seguirá cambiando todo aquello que sea necesario para consolidar la democracia”, que habla reiteradamente de su empeño de “reconciliar al país” y de “adecentar la política”, que cree que “de a poco toda la gente va a ir abandonando su comportamiento ovejuno y va a empezar a respirar verdaderamente esta nueva libertad”.
Un Lenín Moreno que cree que Correa tiene abstinencia de poder”, que pide que para el odio no cuenten con él, que llama sinvergüenzas y mafias a los que se han llevado la patria, que dice que la lealtad “no es la sumisión al capo ni defensa al amigo vivaracho”, que quiere que lo borren de la lista de incondicionales y desleales “si alguien quiere, a pretexto de lealtad que solape a los deshonestos”; que exige al movimiento oficialista que no llame “a falsas unidades” y le pide que luche contra las componendas.
Del otro está Rafael Correa, quien vive en Bélgica desde el pasado 10 de julio y que tiene en su cuenta de Twitter, su mejor arma de ataque al Gobierno. El exmandatario habla de los “desaires” de Moreno y lo tilda de desleal, mediocre, cínico e inconsecuente. Lo acusa de firmar pactos con la banca, Gus-