EUFEMÍSTICO Y BIEN AJUSTADO
El silencio se tendió sobre el hemiciclo legislativo como en un velorio.
Tras un primer momento de confusión y como accionados por un resorte se levantaron los de PAIS y corrieron a exigir explicaciones a sus compañeros malportados: Marcela Aguiñaga, Jorge Yunda, Verónica Arias, Marcia Arregui... Se vieron rodeados por sus propios compañeros de bancada. Hubo regaños, aspavientos, conversaciones telefónicas... La negociación se prolongó por un buen cuarto de hora. Hasta la secretaria de la Asamblea, como si de una funcionaria del movimiento oficialista se tratara, se acercó a los escaños del conflicto.
En la bancada de oposición
Para Augusto Espinosa, experto en eufemismos, las diferencias en su bloque no son tales. Son, apenas, “un desajuste”. Él no estaba al corriente de por quién había que votar. ¿Qué hizo? Pues se ajustó: “Me acogí a la opinión de la mayoría”. Fácil. ya empezaban a formarse los corrillos de los que planeaban una contraestrategia. Tarde. Los disidentes, al parecer, se dejaron convencer de enmendar su comportamiento; el coordinador del bloque, Daniel Mendoza, pidió la reconsideración de lo votado y Viviana Bonilla no perdió tiempo. “¡Vámonos! ¡Vámonos de aquí! ¡Mae, vámonos!”, exclamó la socialcristiana Paola Vintimilla con un grito que traspasó el cristal antisonidos en un último, desesperado intento por dejar sin quórum la sesión. Otra vez, tarde.
Bonilla corrió la votación con tal rapidez que no prestó atención a los reclamos de Diana Saltos, cuyo sistema electrónico dejó de funcionar. “Oye, aquí hay un problema”, gritó alguien. Y Bonilla, que ya aprendió la estrategia de indignarse para controlar las cosas: “No se refiera a esta presidencia como ‘oye’ -dijo-. Exijo respeto”. El respeto le fue dado y la votación arrojó los resultados que se esperaban: PAIS recuperó cuatro de las cinco abstenciones y su moción pasó por mayoría. Solo Marcela Aguiñaga se mantuvo en sus reales: se volvió a abstener. La sumisión de la que se jactaba ya no va con ella.
A la salida, los protagonistas de la historia fueron rodeados masivamente por los micrófonos de prensa. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué cambiaron su voto? La respuesta más sincera o más ingenua vino, como de costumbre, de Jorge Yunda: una llamada telefónica de José Serrano, presidente de la Asamblea, lo convenció. Está claro que la unidad del bloque la mantiene él. Pero es obvio que tiene un problema: Marcela Aguiñaga.