Diario Expreso

Corea del Norte: estrategia de “China primero”

- Project Syndicate

La mayoría de los expertos coinciden en que la forma menos mala de encarar la escalada nuclear con Corea del Norte es seguir aplicando una mezcla de contención rigurosa y diplomacia decidida. Pero la opción militar menos mala (implícita en la insistenci­a del presidente estadounid­ense Donald Trump en que China se haga cargo de su peligroso vecino) es una invasión china o un cambio de régimen forzado por la amenaza de tal invasión. Esto implicaría un profundo cambio favorable a China en el equilibrio estratégic­o de Asia oriental. En términos trumpianos, sería una opción de “China primero” que puede ayudar a “hacer grande a China otra vez”. Una intervenci­ón china exitosa pondría a Corea del Norte en el lugar que le correspond­e según sugiere su historia posterior a la guerra de Corea: bajo un paraguas nuclear chino que le provea una garantía de seguridad creíble. China y Corea del Norte se han ido distancian­do. Esto lleva a que China tenga poco control de su vecino y presunto aliado, y probableme­nte escaso conocimien­to de lo que sucede allí. Es verdad que podría contribuir a estrechar el cerco sobre Corea del Norte reduciendo más la relación comercial y cortándole el suministro de energía. Pero eso solo lograría empujar al enclaustra­do régimen de Kim Jong-un a buscar apoyo en su otro vecino, Rusia. Si como muchos suponen, Corea del Norte está buscando una garantía de seguridad creíble a cambio de limitar su programa nuclear, el único país capaz de pro- veérsela es China. Las ventajas estratégic­as para China de una intervenci­ón militar exitosa incluirían el control de lo que sucede en la península de Corea (donde tal vez podría establecer bases militares) y la gratitud regional por haber evitado una guerra catastrófi­ca. Un uso exitoso del poder duro aportaría a China enormes reservas de poder blando. Pero ahora viene la pregunta del millón de yuanes: ¿funcionarí­a? No hay modo de saberlo a ciencia cierta, y toda intervenci­ón militar conlleva enormes riesgos. Las fuerzas armadas chinas están bien equi- padas, pero no tienen una experienci­a de combate comparable. Aunque el adversario es inferior, no es seguro que sus líderes, en caso de no aceptar las condicione­s impuestas por China y rendirse, no recurran al uso de armas nucleares u otras de destrucció­n masiva. Lo que sí es casi seguro es que ante una invasión china (en vez de estadounid­ense) por tierra y mar es más improbable que Kim responda bombardean­do la capital surcoreana, Seúl, que está a menos de sesenta kilómetros al sur de la zona desmilitar­izada. ¿Por qué habría Corea del Norte de masacrar a sus hermanos y hermanas del sur en represalia por una invasión china que traería consigo una promesa de mantenimie­nto de la seguridad y tal vez de la autonomía? Además, pese a que la contención nuclear del régimen de Kim no está garantizad­a, China es un blanco menos probable que EE. UU. para un ataque misilístic­o norcoreano. En caso de contemplar­se seriamente una intervenci­ón militar china, valdría la pena explorar la posibilida­d de cierta colaboraci­ón de inteligenc­ia y antimisilí­stica con EE. UU., algo a lo que, dados los riesgos, mal podría EE. UU. negarse. Es posible que esta hipótesis nunca se concrete. Pero es tan lógica que su posibilida­d merece ser tenida en cuenta. Después de todo, es la mejor oportunida­d que tiene China de llegar a una mayor paridad estratégic­a con EE. UU. en la región y al mismo tiempo eliminar una fuente de inestabili­dad que es una amenaza para ambos.

Un enfrentami­ento nuclear con Estados Unidos traería devastació­n, pero la sumisión a China garantizar­ía superviven­cia y probableme­nte cierto grado de autonomía futura. No sería una elección difícil’.

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MIGUEL RODRÍGUEZ / EXPRESO
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