Jalkh, en el ojo del huracán, evita pasar por la Asamblea
La oposición quiere llevarlo a juicio político, pero no tiene esperanza
Gustavo Jalkh no llegó. El presidente del Consejo de la Judicatura debía comparecer ayer ante la Comisión de Justicia de la Asamblea Nacional para conversar sobre el Código de la Niñez, un tema que nada tiene que ver con la intención de llevarlo a juicio político que madura en este mismo edificio. Pero no fue. En estos tiempos, cualquier funcionario de libre remoción se siente autorizado a plantar a los representantes electos de los ciudadanos. Más aún cuando tienen alguna cuenta pendiente. En este caso Jalkh envió a dos pálidos sucedáneos: Néstor Arbito, su segundo de a bordo, y la funcionaria Karina Peralta.
Perceptible alivio en la bancada oficialista. Marcela Aguiñaga, presidenta de la Comisión, forzada por la oposición, había accedido a pedir la comparecencia de Jalkh con la condición de que no se trataran temas ajenos a la convocatoria. Pero en lugar de enviar una citación con todas las de ley lo invitó informalmente, como si de un almuerzo familiar se tratara. Dejó abierta la puerta para que enviara a sus representantes. Y eso ocurrió.
La víspera, el asambleísta Esteban Bernal, de CREO, había anunciado la decisión de las bancadas opositoras de llevar a Jalkh a juicio político por permitir (como lo demuestran las grabaciones que son públicas) la intromisión del Ejecutivo en los asuntos del Poder Judicial. El tema está ahora en manos del Consejo de Administración Legislativa (CAL), que deberá calificar la denuncia: primer filtro. Luego pasará a la Comisión de Fiscalización de la Asamblea: segundo filtro.
María José Carrión, presi- denta de esa Comisión, no encuentra nada extraño en las conversaciones entre Jalkh y el entonces presidente Rafael Correa. Que “todas las funciones deben tener la obligación de coordinar acciones”, dijo. O sea que todo bien.
La única esperanza de la oposición es que al presidente Lenín Moreno se le ocurra plantear, en una consulta popular, el cese de funciones de todos los funcionarios nombrados por el Consejo de Participación Ciudadana. ¡Qué sería de la oposición sin el gobierno!
Mientras tanto, en la Asamblea esperan a Jalkh, y Jalkh no llega. Hasta Lourdes Tibán, hoy asesora de la bancada de Pachakutik, se deja llegar hasta la Comisión de Justicia con la esperanza de verlo. Quiere decirle que está dispuesta a divorciarse para que devuelvan a su marido, Raúl Ilaquiche, su puesto en la Judicatura. Pero Jalkh no llega. Ni llegará.