Diario Expreso

“Respeto a la naturaleza, pero sin extremismo­s”

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- ¿Hay contaminac­ión visual e impacto al ambiente por parte de construcci­ones y antenas en las riberas del Guayas y en cerros como el Santa Ana?

- El mundo es diferente en general, lo cierto es que tratan todas las ciudades de hacer y de adaptarse lo mejor posible para tener una vida más cómoda o adecuada al conglomera­do, un gran conglomera­do que son las ciudades modernas, que ya no son ciudades medievales.

- ¿Qué opina acerca de que el nuevo Código Orgánico del Ambiente ordena que los GADs controlen que las obras civiles que se hagan en sus territorio­s guarden armonía con los sitios donde se los construya, para minimizar impactos visuales al paisaje?

- Muchas ciudades, como la nuestra, con más de dos millones de habitantes se consi- deran las más importante­s del mundo y, obviamente, se ubican donde comenzaron o llegaron sus primeros pobladores y antes de las leyes que crearon los propios hombres. No es que no estoy de acuerdo con ciertas normas, con lo que se dice ahí, que es para que no se abuse como se abusó, por ejemplo, del Cerro del Salado, donde se pusieron muchos edificios, lo taparon y todas las especies animales y vegetales que estaban allí se afectaron. Siguiendo los planes de las ciudades, tiene que haber una articulaci­ón adecuada para poder ir mirando juntos el asunto, pero no se puede pensar que, por ejemplo, en Nueva York, Manhattan, que está rodeado por el río Hudson, no debió haberse permitido hacer todos estos edificios que tapan, ¿de qué estamos hablando?. Sin ir muy lejos, mire nuestro ce- rro Santa Ana, donde nació la ciudad, cómo está ahora regenerado, cómo lo hemos manejado. Lo que no se puede es afectar la naturaleza en su parte esencial.

- ¿Siempre habrá un conflicto entre constructo­res y ambientali­stas?

- Creo que estamos mejorando, era mucho peor hace diez años en el mundo, que hoy está entrando en la puerta del humanismo. Lo que pasa es que nosotros siempre vamos a la zaga de los países desarrolla­dos, nosotros estamos entrando en la etapa de mitigar, eliminar a veces el impacto. Pienso que cuando se analiza hacer algo para la ciudad, que puede afectar al medio ambiente, hay dos opciones: una que hay que reducir para mitigar el impacto y la otra alternativ­a es, en definitiva, no mitigar ni reducir, simplement­e no hacerlo.

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