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o siempre el sueño de tener casa se cumple de la forma en la que las personas aspiran. Sin embargo, cada familia se acomoda y se acostumbra a ese espacio vital que finalmente resulta ser su hogar.
Eso es lo que sucede con los Figueroa, una familia típica de Guayaquil que concretó su aspiración de la manera en que pudo. Ubicada en el número 2119 de Ayacucho y Tulcán, aquella vivienda resulta una especie de metáfora urbana de dos plantas: está, pero no está.
La familia tiene el servicio de agua potable, energía eléctrica, pero el Municipio no les cobra impuesto porque según las ordenanzas actuales que regulan la construcción de nuevas edificaciones, una casa puede ser considerada casa cuando supere como mínimo los seis metros de frente. Si no lo tiene, no existe. Un parámetro en el que queda debiendo la edificación de los Figueroa, pues por suerte ellos la montaron cuando esa ordenanza no existía.