“Es un suplicio caminar en la Kennedy”
El martirio es constante. Para la madre de Cecilia Valdiviezo, de ochenta y tantos años, es un suplicio caminar por la ciudadela Nueva Kennedy (tercer callejón 11B NO), donde recibe a diario terapias psicomotoras. Los postes de alumbrado obstaculizan al peatón y las aceras son angostas, tienen los bordillos altos o están desniveladas, dice.
“Mi mamá se moviliza en un andador. Que los bordillos estén desnivelados, que uno esté más elevado que otro, es realmente inseguro”. Varias veces ha estado a punto de caerse, dice.
Hay peldaños y hasta escaleras entre distintos tramos de la acera de una misma cuadra. También huecos y fierros, carros mal aparcados. “Que uno pueda transitar por aquí, en donde habitan madres que quieren pasear a sus niños en coches o chicos minusválidos, es por lo tanto una hazaña”.
Otros transeúntes opinan igual. Laura Castillo, de 76 años, a la altura del sexto pasaje 9 NO y la calle Benito Juárez (en el mismo sector), en febrero se cayó. Se torció el pie en una leve inclinación. “Salir a la tienda, a comprar el pan, ir al banco o a un doctor”, dice la mujer, que se moviliza en un bastón, “es una tortura”.