“No piensan en los que no tenemos carro”
“Esperar y esperar. Llenarte de coraje, esperar”. Es lo que Manuel Roldós, guayaquileño de 28 años, hace todos los días, entre las 07:00 y las 08:00, en el redondel de Las Monjas, cerca de la distribuidora Bosh. La pugna por llegar hasta la vereda de al frente, donde trabaja, lo obliga a arriesgar su vida.
“Ningún carro es capaz de parar y rara vez hay vigilantes. Me ha tocado esperar más de 10 minutos para cruzar. Por eso me lanzo entre los carros, es la única forma de llegar”. Es desesperante, sostiene.
Una situación parecida es la que vive Jaqueli- ne Centeno, habitante de la decimotercera etapa de la Alborada. Su casa está a pocas cuadras del Riocentro Norte y cada vez que desea ir al centro comercial, debe cruzar con la esperanza de que ningún conductor la vaya a atropellar. “Es muy peligroso, al menos cuando uno anda con niños. Hay mamás que andan con coches. No es posible que frente a un centro comercial no haya un paso o un semáforo para peatones. No piensan en los que no tenemos carro”.