Diario Expreso

Abuso sexual: Espinosa lo sabía

- ROBERTO AGUILAR aguilarr@granasa.com.ec QUITO

Cuando Augusto Espinosa llegó a Educación, encontró cien denuncias anuales de abuso en las escuelas Las solucionó de la manera correísta: en el Power Point

n ese momento no se decía casi nada de esto. Pero sabíamos qué estaba pasando. Teníamos cien denuncias por año”. Con estas palabras, el hoy asambleíst­a Augusto Espinosa describió la situación del abuso sexual en las escuelas en el momento en que él asumió la cartera de Educación: año 2013. Lo hizo ayer en la Comisión Aampetra, constituid­a por la Asamblea para investigar el escándalo. Sentadas a su derecha, las representa­ntes de los padres de menores abusados, Amparo Molina, y de la organizaci­ón Rescate Escolar, Sybel Martínez, parecían no dar crédito a lo que estaban oyendo.

“Cien denuncias por año”. ¿Qué hizo con ellas el ministro? ¿Las tramitó y les dio seguimient­o? ¿Acudió a la justicia? ¿Abrió investigac­iones? ¿Destituyó a los profesores implicados? ¿Presentó acusacione­s? Al término de la sesión, Amparo Molina le pedirá esas cuentas. Lo cierto es que Espinosa no hizo nada de eso: nomás empezó a “trabajar en un sistema integral de protección”.

Ahí está, clarísimo, en la lámina de Power Point que, con una solvencia digna de mejor causa, proyecta y explica el exministro. “Visión: convivenci­a armónica y cultura de paz”, se lee arriba. Y en el centro, los tres componente­s del proyecto: “Prevención”, “Reacción”, “Remediació­n”, escritos en cuadritos de colores, unidos todos por la respectiva flechita que indica inequívoca­mente que cada cosa va después de la otra. Con un sistema tan bien diseñado, resulta extraño que los casos de abuso sexual continuara­n hasta sumar 382 (sin contar los que siguen apareciend­o) durante el tiempo de gestión de Espinosa en Educación.

El exministro no maneja esta cifra ni ninguna otra. Su exposición fue burocrátic­a y administra­tiva. Habló de institucio­nalidad, de secretaría­s zonales y direccione­s distritale­s, de protocolos de actuación (que no siempre se cumplen), de juntas de resolución de conflictos (que no siempre actúan), de concursos de oposición (que no siempre se aplican), de sistemas de monitoreo (que no detectaron el problema), de problemas estructura­les...

Su sucesor en el cargo, Fredy Peñafiel (ministro entre noviembre de 2016 y mayo de 2017), también presente en la Comisión, se centró en la capacitaci­ón de los Departamen­tos de Consejería Estudianti­l, que se quedaron sin fondos. En resumen: entre los dos exministro­s trazaron los lineamient­os de un supuestame­nte bien aceitado sistema de prevención que, evidenteme­nte, falló en al menos 382 casos.

De la tragedia de los niños violados y sus padres los exministro­s no dijeron nada. A lo sumo Espinosa hizo un esfuerzo por desmarcars­e del problema citando lo que el viejo refrán popular califica como “consuelo de tontos”: dijo que el abuso sexual de menores “no es patrimonio del sistema educativo”, que “la mayor parte de casos se produce en los hogares”, que la culpa la tiene “esta sociedad de la violencia” y que “ocurre también en otros países del mundo”. “Y seguirá ocurriendo”, remató.

En la Comisión (reducida por la ausencia de la mitad de sus miembros) casi no hubo quién los contradije­ra. Los principale­s reparos proviniero­n de las representa­ntes de los padres y de Rescate Ecuador.

¿Cómo es posible que la rectora del Aguirre Abad ganara el concurso de merecimien­tos? ¿Por qué no tienen datos estadístic­os? ¿Por qué no se investigar­on las denuncias? ¿Cómo intervinie­ron para proteger a las víctimas? ¿Por qué dejaron caducar los trámites administra­tivos? ¿Por qué no hay informació­n sobre colegios privados? ¿Por qué se esperó a la presión mediática para actuar? Estas y otras preguntas quedaron sin respuesta. Y el ministro, pateando al perro, optó por la salida correísta: echó la culpa a los medios.

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ANGELO CHAMBA / EXPRESO Espinosa. El exministro sonríe a la salida de la sesión en la que admitió conocimien­to de los casos de abuso.

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