Visas, un sueño frustado
Los cubanos sufren las consecuencias de los ataques contra los diplomáticos estadounidenses Sus aspiraciones de viajar a EE. UU. están bloqueadas
Privadas de conseguir una visa estadounidense, Dania ve frustrado su sueño de visitar a su hermana y Cristina el de reunirse con su madre. Los cubanos piensan que los ataques contra diplomáticos en La Habana no tienen pies ni cabeza, pero están sufriendo sus consecuencias.
Hace casi un mes que el gobierno de Donald Trump suspendió sus servicios consulares en La Habana, a raíz de estos presuntos ataques, dejando perplejos a miles de cubanos que pretendían reunirse temporal o definitivamente con sus familiares en Estados Unidos. rán hacer sus trámites de visa en el extranjero, sin precisar cuándo ni cómo.
Apenas se conoce que las visas de emigrante serán otorgadas en la embajada estadounidense en Colombia, y que el resto podrán ser solicitadas en otros países.
Así, los aspirantes a viajar a EE. UU., que ya pagaban 100 dólares de pasaporte y otros 160 dólares por la visa -no reembolsables-, se verán forzados a gastar cientos de dólares adicionales en otro visado, boletos de avión y estadía en un tercer país, una fortuna en una isla donde el salario promedio ronda los 30 dólares.
De la zona de la embajada estadounidense, reabierta en 2015 sellando el histórico deshielo que inició el presidente Barack Obama, se esfumaron los cientos de cubanos que acudían cada día a su cita consular, privando de clientes a los pequeños negocios circundantes.
“Nos hemos quedado sin trabajo”, comenta Luisa, quien tenía en su casa un negocio de “llenar planillas”, completar en inglés los formularios para optar por una visa.
Denunciados en agosto, los misteriosos ataques afectaron hasta la fecha a 24 estadounidenses, según Washington, y motivaron la mayor crisis diplomática desde que Cuba y Estados Unidos reanudaron sus relaciones hace dos años.
El Gobierno estadounidense no culpa directamente a Cuba por estos raros ataques contra su personal, pero la juzga como responsable en calidad de país anfitrión. Cuba negó responsabilidad en los ataques y fustigó la falta de colaboración de Estados Unidos en sus investigaciones.
Cristina piensa que estos ataques son “un sinsentido, una excusa para dañar las relaciones entre los dos países”, mientras que Iván De Hombre, un comerciante cubano de 54 años, los califica de “un pretexto, una farsa total y absoluta”.
Y Rodríguez cree que “tal vez” sea “un nuevo ‘Maine’”, refiriéndose a la explosión del acorazado que en 1898 sirvió a Washington para intervenir en la guerra de independencia de los cubanos contra España.