Guayaquil y sus virtudes

Cuando el Ecuador vive una época de incertidumbre por los insólitos hechos que enturbian el horizonte nacional. Cuando la corrupción más escandalosa de la historia galopa sobre las espaldas del pueblo ecuatoriano. Cuando la audacia y el cinismo tratan de hacer creer que los autores de tanta podredumbre fueron otros, Guayaquil, siempre Guayaquil, hizo rayar en el horizonte una luz de esperanza y de confianza para el porvenir de la patria. En la noche del día sábado 21 de octubre de este año, la Muy Ilustre Munici- palidad de Guayaquil, por iniciativa de su alcalde, abogado Jaime Nebot Saadi, llevó a cabo un acto que conmocionó las fibras más íntimas de quienes vivimos en esta ciudad -unos, por ser oriundos de ella, y otros, de corazón-, como fue la inauguración de unas esculturas hermosamente trabajadas por un artista guayaquileño -de los de corazón-, Edgar Cevallos, que representan seis de las virtudes propias del guayaquileñismo, las cuales están colocadas en la denominada Plaza de la Administración. Estas virtudes así destacadas son el va- lor, la solidaridad, la generosidad, la libertad, la fortaleza y el liderazgo. Las esculturas, que tienen forma de mujer, destacan el significado de una ciudad que a lo largo de la historia fue, ha sido y será la gestora de grandes movimientos libertarios y la que con más fuerza destacó siempre la unidad del país como forma de progreso. De ahí que los lemas Guayaquil por la patria y Guayaquil por el Ecuador, serán eternos y deberán permanecer enhiestos para superar los embates de quienes únicamente aspiran escalar posiciones en beneficio personal,

Las esculturas, que tienen forma de mujer, destacan el significado de una ciudad que a lo largo de la historia fue, ha sido y será la gestora de grandes movimientos libertarios...’.