Dos cementerios urbanos con una identidad rural
En Pascuales y el Suburbio los espacios giran en torno al abandono y lo curioso Las urnas son colectivas Los sepelios cuestan $ 0,24
La mixtura cultural que es Guayaquil se hace evidente en el lugar donde la muerte convoca a todos tarde o temprano. Se trata de dos camposantos urbanos donde lo rural es una instancia evidente en la relación que muchos habitantes de la ciudad -recién llegados o de larga data- establecen entre la vida y el fin.
Ese aire campestre se evidencia en el cementerio Ángel de María Canals (Suburbio Oeste) y en el de la parroquia urbana de Pascuales.
Ambos evidencian rasgos particulares. En el primero, de 92.633 metros cuadrados, donde yacen alrededor de 50 mil cuerpos inhumados en las más de 12.900 tumbas que desde 1966 (cuando fue inaugurado) allí se levantan -por ejemplo- los acordes de una guitarra y las voces desentonadas de un grupo de hombres que interrumpe el silencio que caracteriza al lugar.
Sergio Flores es cantante. Y cada mañana desde hace 30 años recorre el espacio, en algunos recovecos abandonados -con árboles caídos que yacen sobre las tumbas o estructuras rasgadas, sin nombres, ni cemento- en busca de trabajo. “Soy el que ameniza las ceremonias, el que entona las canciones favoritas del difunto antes de partir”, dice el hombre que cobra entre $ 2 y $ 4 por el un repertorio de 4 canciones.
Juan Morales, quien tiene a su madre enterrada en el lugar, y jun-