Ley objetada
EDITORIAL
En un episodio novedoso de candor político, el presidente declaró que las medidas propuestas en el proyecto de ley Económica Urgente enviada por él para aprobación de la Legislatura son “un poco duras”, añadiendo a punto seguido que “es posible que en algunas nos hayamos equivocado”. Estamos de acuerdo con tal admisión, y subrayamos que el Ejecutivo tiene aún la oportunidad de retirar el proyecto y presentar, por la misma vía, una iniciativa que rompa el molde de “impuestomanía” que caracterizó al régimen anterior, con los resultados ya conocidos.
Para empezar, el proyecto es mal llamado de “Reactivación Económica”. La reactivación es inconsistente con el ataque que se hace a la producción, al tiem- po que se perpetúa el modelo de irresponsabilidad fiscal. El presupuesto propuesto para 2018 sube el gasto corriente y baja la inversión. Los recursos de los contribuyentes no irán para mejorar la condición de los profesores o policías sino para suplir, entre otros, los $1.500 millones de déficit de las empresas públicas que, por la ineptitud y corrupción demostradas en su manejo, se han convertido en sanguijuelas que la sociedad no puede darse el lujo de seguir manteniendo.
Tenemos que discrepar con que la fórmula de obtener más recursos para el Estado es subiendo los impuestos, aranceles o tarifas de servicios por prestaciones innecesarias. El país está sobresaturado de normas, multas y regulaciones, al punto que el 50 % de los ingresos disponibles de los ecuatorianos son
La reactivación es inconsistente con el ataque que se hace a la producción, al tiempo que se perpetúa el modelo de irresponsabilidad fiscal’.