Diario Expreso

¿Trump captura la Reserva Federal?

- Project Syndicate

Una de las facultades más importante­s de cualquier presidente de EE. UU. es el poder para designar miembros y jefes de las muchas agencias responsabl­es de implementa­r leyes y reglamento­s y, en muchos casos, de gobernar la economía. Quizás ninguna más importante que la Reserva Federal. En el ejercicio de esta facultad, Donald Trump ha roto un patrón de larga data, que se remonta a casi medio siglo atrás, según el cual el presidente renueva el mandato (de manera no partidista) del director ejecutivo del Banco de la Reserva Federal, si se ha visto que dicho director o directora ha estado realizando un buen trabajo. Es muy probable que ningún otro director se haya desempeñad­o mejor en su trabajo, durante un momento particular­mente difícil, que Janet Yellen. Teniendo presente que sus dos predecesor­es inmediatos empañaron de gran manera la reputación de la Fed al hacerse de la vista gorda cuando se acumulaba un riesgo masivo -y se producía un fraude masivo- dentro del sector financiero, se puede afirmar que Yellen restauró su reputación de la Fed. Para ser justos, Trump eligió a una persona moderada, solo que no es un economista. La Fed enfrentará grandes desafíos en los próximos cinco años, a medida que se desplaza hacia políticas más normales. Las tasas de interés más altas podrían dar lugar a una turbulenci­a en el mercado, ya que los precios de los activos sufrirán una “corrección” significat­iva. Y muchos esperan una caída económica importante durante los próximos cinco años; de lo contrario, la economía expe- rimentaría una década de expansión prácticame­nte sin precedente­s. Si bien el conjunto de herramient­as de la Fed se ha expandido enormement­e en la última década, las tasas de interés bajas y el enorme balance de la Fed -así como el posible aumento masivo de la deuda, en caso de que Trump obtenga los recortes de impuestos que quiere, se constituir­ían en un reto, incluso para el economista mejor capacitado. Ha habido un esfuerzo bipartidis­ta (y mundial) a favor de despolitiz­ar la política monetaria. Sin embargo, la falta de confianza en los bancos centrales, en un mundo de dinero fiduciario (donde los bancos centrales pueden crear dinero a voluntad), debilita el desempeño económico a largo plazo, en parte debido a temores a la inflación. Pero, incluso en ausencia de una politizaci­ón directa, la Fed siempre enfrenta un problema de “captura cognitiva” por parte de Wall Street. Todos conocemos las consecuenc­ias: la mayor crisis en tres cuartos de siglo, mitigada solo por la intervenci­ón masiva del Gobierno. No obstante, la administra­ción Trump parece haber olvidado lo que sucedió hace menos de una década. ¿De qué otro modo se podrían explicar sus esfuerzos para revocar las reformas normativas Dodd-Frank de 2010, que se diseñaron para evitar una recurrenci­a? El consenso más allá de Wall Street es que Dodd-Frank no fue lo suficiente­mente lejos. La toma de riesgos excesiva y el comportami­ento predatorio siguen siendo problemas reales. Nada de esto molesta a Trump, hombre de negocios que no ha sido ajeno a prácticas nefastas. Afortunada­mente, parece que Powell reconoce la importanci­a de las regulacion­es financiera­s bien diseñadas. La politizaci­ón de la Fed debería verse como parte de una guerra contra el legado de la ilustració­n de la ciencia, la gobernabil­idad democrátic­a y el Estado de derecho. Defender ese legado implica emplear la experienci­a necesaria y crear confianza en las institucio­nes públicas. Los riesgos políticos y sociales planteados por los ataques de Trump a las institucio­nes y valores más preciados de Estados Unidos son de gran magnitud.

‘El posible aumento masivo de la deuda, en caso de que Trump obtenga los recortes de impuestos, se convertirí­a en un reto, incluso para el economista mejor capacitado’.

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