La Asamblea y la consulta
EDITORIAL
Ningún sector social puede sustraerse del actual proceso político que vive y afronta el país (la consulta ciudadana). Y todos quieren participar, directa o indirectamente. Mucho más cuando su actividad fundamental es la política, particularmente porque su accionar responde a diferentes partidos, organizaciones y corrientes ideológicas. Por eso no llama la atención que el normal desenvolvimiento de la Asamblea Nacional se vea afectado por este hecho.
Es válido e importante que los políticos de profesión “sean activos” en tiempos en que justamente su actividad constituye el eje fundamental de la dinámica del país. La consulta del 4 de febrero lo es.
El próximo evento ha propiciado la toma de posiciones de los integrantes de la Asamblea. En su in- terior ya se han definido opciones. Sin embargo, este no es el problema. Ya sabemos que en ella hay partidarios del SÍ en las 7 preguntas (la mayoría), y que otros han optado por el NO, respondiendo a posiciones del anterior gobierno (la minoría).
Esto no llama la atención. Lo que sí preocupa es que en el breve tiempo transcurrido del actual periodo legislativo, poco se puede registrar como aporte y trabajo efectivo de los asambleístas para cumplir con los deberes y tareas que deben asumir como representantes de sus electores. Por eso se hace necesario que los ciudadanos que votaron por ellos les pidan explicaciones sobre el trabajo que deben realizar en esa instancia del Estado.
No se cuestiona (ni se lo debe hacer) la intervención de dirigentes y asambleístas en la campaña,
Es importante llamar a los asambleístas, para que comprendan no solo su necesidad de participación activa sino también para que tengan presente que las labores parlamentarias no deben ser abandonadas...’.
a favor o en contra de las preguntas de la consulta. Lo inadecuado es que el normal funcionamiento de esa función del Estado se vea afectado por la participación de los legisladores en esta convocatoria. Lo correcto sería que si tanto ellos, cuanto sus diferentes organizaciones quieren y buscan ser protagonistas de ese evento, encarguen su curul a sus respectivos suplentes. Así el desempeño de la Asamblea, en cuanto a tareas y acciones de elaboración, presentación, discusión y aprobación de leyes y de fiscalización, no se vería perjudicado.
Es importante llamar a los asambleístas para que comprendan no solo su necesidad de participación activa sino también para que tengan presente que las labores parlamentarias no deben ser abandonadas, ni la Asamblea Nacional verse paralizada por sus ausencias y accionar proselitista.