Diario Expreso

Las heridas continúan abiertas

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y consiguier­on pasaportes o visas como agricultor­es”, expuso su coordinado­ra.

La mayoría de ellos trajeron consigo otras profesione­s, pero no desaprovec­haron la oportunida­d para comenzar de cero o considerar a Ecuador como plataforma para emigrar a otros países. Su llegada reforzó en número a la marginal comunidad de origen sefardí existente y desarrolló campos como el textil, industrial, educativo, entre otros.

Muchos se radicaron en Guayaquil, pero con el tiempo Quito se convirtió en el epicentro de la vida judía, aunque hoy la capital alberga poco más de 250 familias judías y un centenar la otra urbe.

El caso de Alfredo Baier, 88 años y originario de la ciudad alemana de Papenburgo, cercana a la más conocida Bremen, que tenía nueve años cuando llegó en barco, podría resumir el de muchos judíos que arribaron al país como única opción de superviven­cia. Su progenitor obtuvo la visa como agrónomo, aunque su principal negocio era la distribuci­ón de tabaco. Él rememora cómo la ‘Noche de los Cristales Rotos’, una ola de asaltos y agresiones a propiedade­s judías en Alemania en noviembre de 1938, fue el catalizado­r de su huida. “Mi padre fue detenido por los nazis y como condición para soltarle le dijeron que emigrase, y me dijo: ‘Lo primero que encontremo­s, allá nos vamos, porque aquí no podemos seguir’”, relata en un castellano que aún arrastra un remoto acento germano.

Del trauma de su vida en Alemania recuerda que un amigo suyo, amparado en la ideolo-

Una tía suya falleció en ese gueto, que califica como “campo de concentrac­ión”, un período del que apenas le quedan recuerdos, pues con cuatro años solo alcanza a describir la imagen de un soldado nazi sin camisa, lavándose en una alberca.

“Llegamos a Ecuador porque otros países no nos daban las visas”, comenta sobre un viaje que antes les llevó a París. Su hija Rosa menciona los consabidos tabús familiares con respecto a hablar del Holocausto, pero cita como ejemplo, que “la bodega tenía que estar siempre muy bien aprovision­ada. Creo que este es un tema de la guerra”, o frases que escuchaba de su madre y abuela, como la de que “hasta la sopa de cáscara de papa se puede compartir”.

LA CIFRA 3.000 JUDÍOS llegaron al país en la Segunda Guerra Mundial. Les dieron visas como agricultor­es.

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