Para enseñar mejor
Mientras atravesamos la densa niebla cargada de relativismo e incertidumbre con que nos recibió el siglo XXI, no podemos dejar de sorprendernos con las reacciones humanas que otrora se hubiesen concebido como ficción o imposibles. En el camino, trastabillando a través de la penumbra, vemos cómo embozados o bien enmascarados, se aparecen retorcidos sentimientos, engañosos afectos, ingratitudes y egoístas aprovechamientos.
En Nueva York, los primeros días del pasado noviembre y luego de veinte años de cárcel, un padre fue liberado antes de cumplir la totalidad de la condena porque su hija declaró que había mentido en su adolescencia cuando lo acusó de haberla violado. Congresistas americanos renuncian por acoso y abuso a su personal, y con ellos importantes personalidades de medios de comunicación y del cine ven rodar sus cabezas por idéntico motivo. En España se crea una asociación de padres maltratados por sus hijos y en nuestro país, un hijo viola a su madre. La atmósfera así se enrarece y vuelve altamente difícil el escenario del educador, que tiene que formar para el bien desde su clase diaria.
Hablar en abstracto, en genérico, sobre valores, principios, tradiciones y costumbres, no basta; se requiere sin duda del ejemplo. Del ejemplo personal, social, del que pueden dar el sacerdote y el portero, el alcalde y el barrendero, el médico y el ingeniero; para que entonces sí, el buen vivir se cuaje en la mente del estudiante y encuentre claramente un clic que haga contacto entre lo que escucha y lo que pasa a su alrededor.
Mejoremos el mundo para enseñar en lo cierto, consientes de que, por supuesto, para ello debemos nosotros mismos ser mejores cada día. Que los padres enseñen a sus hijos, que los tutores guíen adecuadamente a quienes tienen a su cargo, se vuelve requisito indispensable para que la clase no sea una novela utópica que se ofrece como película de ficción al estudiante, sino una caja de resonancia de los valores que se viven en la sociedad.
Hagamos con nuestro buen actuar que el profesor no parezca mentiroso en el aula.
Hagamos con nuestro buen actuar que el profesor no parezca mentiroso en el aula’.