El sindicalista con Ferrari, mansiones y avión privado
Argentina estupefacta con los bienes del líder de un gremio minúsculo ❚ Se preguntan quién será el siguiente en caer
Buena parte de los millonarios argentinos heredaron tierras o empresas de sus padres. Marcelo Balcedo heredó un pequeño sindicato en La Plata, el Soeme. Y lo utilizó como cobertura para acumular una fortuna de origen dudoso que tiene descolocados a los argentinos desde que fue detenido en su mansión en Maldonado (Uruguay), en la exclusiva zona de Punta del Este. La justicia argentina pidió esta semana a Uruguay la extradición para procesarlo por lavado de dinero y asociación ilícita e intentar recuperar parte del dinero robado.
EL DETALLE Excentricidades. La esposa de Balcedo se incrustó diamantes en los dientes y a su madre le regaló una mansión de tres millones de dólares en Bariloche.
Cada detalle de sus bienes, de su flota de 30 coches de lujo, capitaneada por un Ferrari y varios Porsche, de sus mansiones dentro y fuera de Argentina, del dinero en efectivo que le encontraron -casi siete millones de dólares- se convierte en pasto de las redes argentinas, y todos se preguntan cómo es posible que un líder de un sindicato desconocido pueda acumular más de $ 35 millones.
La justicia apunta al narcotráfico, especialmente a sus vínculos con el clan de Los Monos, que controlaban Rosario, la ciudad de Messi, convertida en el punto negro del país por su posición estratégica en el río Paraná, eje del tráfico desde Perú, Paraguay y Brasil.
De hecho, su vida recuerda mucho más a un Pablo Escobar a pequeña escala que a un sindicalista. Le encontraron incluso un pequeño zoo ilegal en su mansión, al estilo del colombiano, pero más modesto: guanacos, llamas, capibaras, ñandúes, loros exóticos.
Su mujer, una rubia oxigenada 21 años menor que él, también tenía gustos de narco: incluso se incrustó piedras preciosas en los dientes.
Cuando murió su padre, en 2012, Marcelo decidió heredar el sindicato, algo habitual. “Hubo resistencias, pero entró a los tiros”, recuerda un sindicalista. En pocos años se hizo multimillonario. Compró casas y coches de lujo compulsivamente, a su nombre. Vivía a caballo entre Uruguay y La Plata, se trasladaba con un avión de superlujo que le costaba $ 60.000 al mes. Tiene tres barcos, ocho casas, siete terrenos para construir, dos pisos en zonas de lujo y dos mansiones con terrenos de 90 hectáreas. Y a su madre, que había vivido toda la vida en una modesta casa de La Plata, le regaló una mansión de tres millones de dólares en Bariloche. Trataba de disimular todo como ganancias del sindicato, pero nada cuadraba.
Otros sindicalistas con fortunas inexplicables esperan su turno, pues la batalla se enmarca en el pulso que mantiene el Gobierno con los sindicatos.
Hugo Moyano, el más famoso y poderoso, antes aliado del actual presidente, le lanzó un aviso ante la posibilidad de que lo detengan: “Si tengo que ir preso, pónganme al lado de la celda del padre de Macri”.
Habla de Franco, hoy de 85 años, uno de los empresarios más ricos y polémicos del país, enriquecido en los 80 y los 90 con contactos estrechos con el poder. El mensaje era claro: si vamos a la cárcel, vamos todos.
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