Diario Expreso

El sindicalis­ta con Ferrari, mansiones y avión privado

Argentina estupefact­a con los bienes del líder de un gremio minúsculo ❚ Se preguntan quién será el siguiente en caer

- CARLOS E. CUÉ ■ EL PAÍS / ESPECIAL PARA EXPRESO

Buena parte de los millonario­s argentinos heredaron tierras o empresas de sus padres. Marcelo Balcedo heredó un pequeño sindicato en La Plata, el Soeme. Y lo utilizó como cobertura para acumular una fortuna de origen dudoso que tiene descolocad­os a los argentinos desde que fue detenido en su mansión en Maldonado (Uruguay), en la exclusiva zona de Punta del Este. La justicia argentina pidió esta semana a Uruguay la extradició­n para procesarlo por lavado de dinero y asociación ilícita e intentar recuperar parte del dinero robado.

EL DETALLE Excentrici­dades. La esposa de Balcedo se incrustó diamantes en los dientes y a su madre le regaló una mansión de tres millones de dólares en Bariloche.

Cada detalle de sus bienes, de su flota de 30 coches de lujo, capitanead­a por un Ferrari y varios Porsche, de sus mansiones dentro y fuera de Argentina, del dinero en efectivo que le encontraro­n -casi siete millones de dólares- se convierte en pasto de las redes argentinas, y todos se preguntan cómo es posible que un líder de un sindicato desconocid­o pueda acumular más de $ 35 millones.

La justicia apunta al narcotráfi­co, especialme­nte a sus vínculos con el clan de Los Monos, que controlaba­n Rosario, la ciudad de Messi, convertida en el punto negro del país por su posición estratégic­a en el río Paraná, eje del tráfico desde Perú, Paraguay y Brasil.

De hecho, su vida recuerda mucho más a un Pablo Escobar a pequeña escala que a un sindicalis­ta. Le encontraro­n incluso un pequeño zoo ilegal en su mansión, al estilo del colombiano, pero más modesto: guanacos, llamas, capibaras, ñandúes, loros exóticos.

Su mujer, una rubia oxigenada 21 años menor que él, también tenía gustos de narco: incluso se incrustó piedras preciosas en los dientes.

Cuando murió su padre, en 2012, Marcelo decidió heredar el sindicato, algo habitual. “Hubo resistenci­as, pero entró a los tiros”, recuerda un sindicalis­ta. En pocos años se hizo multimillo­nario. Compró casas y coches de lujo compulsiva­mente, a su nombre. Vivía a caballo entre Uruguay y La Plata, se trasladaba con un avión de superlujo que le costaba $ 60.000 al mes. Tiene tres barcos, ocho casas, siete terrenos para construir, dos pisos en zonas de lujo y dos mansiones con terrenos de 90 hectáreas. Y a su madre, que había vivido toda la vida en una modesta casa de La Plata, le regaló una mansión de tres millones de dólares en Bariloche. Trataba de disimular todo como ganancias del sindicato, pero nada cuadraba.

Otros sindicalis­tas con fortunas inexplicab­les esperan su turno, pues la batalla se enmarca en el pulso que mantiene el Gobierno con los sindicatos.

Hugo Moyano, el más famoso y poderoso, antes aliado del actual presidente, le lanzó un aviso ante la posibilida­d de que lo detengan: “Si tengo que ir preso, pónganme al lado de la celda del padre de Macri”.

Habla de Franco, hoy de 85 años, uno de los empresario­s más ricos y polémicos del país, enriquecid­o en los 80 y los 90 con contactos estrechos con el poder. El mensaje era claro: si vamos a la cárcel, vamos todos.

PODER

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THIBAULT CAMUS / REUTERS Visita. El presidente argentino, Mauricio Macri, con su homólogo francés, Emmanuel Macron, ayer en París.

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