A partir de mañana
EDITORIAL
Termina la consulta; toca hoy conocer los resultados, esperando que los que dentro de pocas horas se ofrezcan al conocimiento público, garanticen ser la transparente expresión de la voluntad popular.
Con ellos por delante, aparentemente se iniciarán acciones para procurar superar anómalas situaciones actuales.
El enfrentamiento de la crisis económica, que ya no puede seguirse manteniendo en plan de compás de espera, es una de ellas.
Habría que haber actuado desde antes de conocer la voluntad popular, pero es impostergable hacerlo a partir de ahora.
Así por ejemplo, frente al problema de nuestra época, que al decir de Winston Churchill derivaba de que los hombres prefieren ser importantes antes que ser útiles, debería prohibirse la posibilidad de continuar financiando asuntos suntuarios de relativa importancia y que, en todo caso, no son de competencia de las instituciones del Estado que, dada la crisis, deberían evitar que algunos de sus presupuestos puedan ser juzgados como dilapidación del patrimonio público. No cabe admitir ese tipo de gasto, orientado claramente a mantener la popularidad del transitorio funcionario, haciendo relaciones con fondos que deberían tener un destino más productivo. Una prohibición oficial de conceder auspicios ajenos a sus competencias, liberaría a los funcionarios del compromiso de decir no a los solicitados y le ahorraría una suma significativa al erario nacional.
De igual manera, los viajes deben reducirse a lo que realmente se estime provechoso. Nunca son
Ahora el país espera y requiere acciones orientadas a superar la crisis económica, partiendo de una clara voluntad de austeridad en el gasto público’.
sin costo para el Estado, aunque tengan financiamiento distinto a su presupuesto.
Sin entrar en otro tipo de precisiones ajenas a los fines de un editorial, cabe sí que los ejemplos planteados se constituyan en un serio llamado a la austeridad gubernativa que, en otro tiempo de condiciones económicas igualmente graves, determinó que los funcionarios que disfrutaban del privilegio de carro oficial financien de su sueldo el combustible.
Ocurre que sin caer en exageraciones contraproducentes, sí es una buena medida predicar con el ejemplo cuando de seguro, sin llegar a los tristemente célebres ajustes de otros tiempos, de todos modos será necesario tomar medidas de austeridad que, aun sin desearlo, se dejarán sentir en los ya famélicos bolsillos de los habitantes de menores ingresos.